jueves, 3 de abril de 2008

Y me gusta decir... palabras de serúmano

[por Alberto a. Arias]


[ Estos textos fueron leídos por el autor en Buenos Aires, el miércoles 10 de octubre de 2001, en el Ciclo «Julio Huasi» realizado en el bar La Maga. Luego, ambos se publicaron, junto con una selección de poemas de Julio Huasi, en la revista "Hojas del Caminador", Castelar, noviembre de 2005. ]




Y me gusta decir...


... Y me gusta decir que la poesía no acepta fronteras;

que donde las encuentra las derriba;



y que allí donde los idiomas hacen de tenaza

ella se alza como una nube poderosa de materia incandescente, inapresable;



y cuando la estupidez se ha puesto la corona

y flamea en el corazón de una enseña-patria bañada en sangre humana,

ella hace fluir una savia imaginaria más allá de los confines del sinfín;



y cuando las guerras barren continentes

y sus miles de millones de exeres colisionan,

ella lanza vómitos de fuego madrigal a su paso y arremolina océanos ardientes

para señalar con odio los pendones de dolor y desolación y muerte;



y cuando las patrias fabrican poetas nacionales

ella abandona las letras y todo se enmudece alrededor

en huecas salvas de Moral, Progreso, Fe y Nación;



y cuando es elogiada en palacios de endolar o en lujosos killing-rooms,

ella visita aldeas y villorios y bosques y espesuras y sabanas...



Y me gusta decir que hay días

en que ella asalta la ciudadela cordial con su violín de trompo

y en el fondín «La-Boca-de-Sombra»

      toca los no recordados sueños;



y que me gusta sentirme hermano y compañero de aquellos —

estén donde estaren — "serúmanos" sinnúmeros,

apátridas,              ateos,             amorales,

luces libres en l’inmensidad sin límites...


                                                              (en memoria de Julio Huasi)

                                                                                         (1999)



...palabras de serúmano


    Si he terminado con el poema que acabo de leer (cuyo título es Y me gusta decir...) ha sido con toda intención, porque incluye la palabra serúmanos, que ya es voz registrada del poeta Julio Huasi. Así rindo homenaje al autor de Yanquería y otros poemarios, quien por fin y no casualmente nos tiene aquí diciendo lo que nos gusta decir, en este Ciclo que es como una de sus casas, ya que lleva su nombre.
    Quienes amamos la vida, pero no nos gusta este mundo, estamos, sin duda, ante un problema grave. Me parece que es esto, entre otras cuestiones básicas, lo que muchos poetas compartimos y también demasiados serúmanos.
    A Julio Huasi lo conocí en 1985, en una librería donde yo trabajaba. No fueron muchas las ocasiones de gran charla, pero suficientes para simpatizar.
    Él llegaba y discutíamos rápida y cordialmente sobre las perspectivas de las opciones políticas de entonces, sobre internacionalismo y esas otras cuestiones poéticas que a algunos nos preocupan tanto como la palabra que nos falta cuando más la esperamos. Pero nunca concretamos el prometido encuentro en el bar de la esquina, para ir más profundo.
    Y él, que rebosa latinoamericanismo por donde se lo lea y oiga, no aceptaba del todo —aunque sonreía— mi absoluta falta de pertenencia patriótica. Eran algo así como discusiones entre su especial realismo lírico latinoamericanista y mi internacionalismo surrealista de entonces.
    Fue entonces cuando él manuscribió una dedicatoria en el ejemplar que me obsequió de su reciente libro tripartito Asesinaciones, matria mía azul, comparancias. Dice así: "para mi hermano alberto arias, poeta, argentino, latinoamericano y congénere, pa’ que no se nos olvide. con un abrazo, julio huasi. 8 julio 85, buenos aires".
    Julio Huasi ha quedado latinoamericanista de pe a pa y para siempre. Por mi parte, cada día que pasa, y cuanto más nos acosa la verdadera guerra de carne y hueso, más y más internacionalista me hago, si es que se puede serlo aun más y más hacia lo hondo ignoto del planeta.
    Han pasado estos veloces dieciséis años y aquí estamos aún discutiendo, ambos congéneres. Pero lo notable es que hoy lo hacemos en este Ciclo con su nombre como bandera. Con el nombre de quien en su poema Palestinos ha escrito: ‘‘o hay mundo para todos o no hay mundo para nadie’’.
    Y hoy aquí, hoy y como siempre, Julio, hermanos quedaremos, porque no me he olvidado; y menos ahora, que mercenarios y mercaderes están dispuestos más que nunca a arrasar con el derecho al pan y el derecho a la poesía.


                                                                                           (octubre 2001)

                                                                                           Alberto a. Arias



Poemas, 1

(por: Julio Huasi)


increíble de la carta que dejó el desocupado
en su bolsillo izquierdo


    amurado contra la niebla sangro
afilo mi navaja en las chimeneas
desnudo despojado de retórica
espero la ofensiva de los cuervos
que pronto vendrán a desnacer
entre tanta traición me queda un tango
para sucumbir abrazados a la nave
sólo la noche heredará mi camisa
mi plato y mi cama bajarán de la cruz
y mi espacio lo llenará el crepúsculo
mi soñadora ya no sueña exhala rosas
ellas alzan mi viola malherida
y en la última nota cantan órdenes
de vengar al rehén de la miseria
por la sangre que nunca secará
gaviotas rojas despeguen de mi piel
con instrucciones sagradas y en el ala
un ardiente capítulo especial
sobre el amor el dolor y los perdones

(de los increíbles, 1965)




increíble de la libertad


    libertad querida ¿quién te conoce?
no hace mucho que ando en el planeta
una juventud tirada a los perros
no te vi ni una vez en este baile
y la verdad es que me estoy cansando
te raptaré una mañana de estas
a punta de tormenta de furor
con una pistola llena de música
amaré tu cuello tu voz tus ojos
ah mi amor uno muere de soñarlo
bajará una patrulla flor y flor
por la violenta sangre que ya truena
para matar la contraflor y el resto
de la sucia baraja que nos pisa
con la espada en la mano te tendré
con el oro haremos los anillos
con el basto el lecho las ventanas
y con la copa nos emborrachamos
hay que festejar querida el casorio
de dos que se encontraron vírgenes

(de los increíbles, 1965)




hogar


    vivo con siete ratas exangües y un perro
sobre mi escuálida cama, en la brumosa pared,
arde la vaga sangre de un sujeto anterior
cerca de un cristo que no pudo zafarse,
fue en la sien derecha, fino calibre, es indudable
por la perspectiva, el suave tamaño de las manchas.
El perro se sienta frente a mí solemnemente,
jugamos al ajedrez y él siempre me gana.
Entre el alcohol hablamos de nuestras costillas,
las estaciones, beethoven, ciertas naves ilusorias
y de mujeres, pero se le humedecen los ojos:
la última que trajimos se congeló de súbito
al quitarse una media, en mitad de un muslo,
oh la bella inmóvil, la venus de carne finita,
la cenamos con dolor, nos duró una semana.
Esto es muy frío para cuestiones de amor,
ya quemamos el ropero, las puertas, los recuerdos
y la guitarra crepitó en otoño su dulzura póstuma.
El perro escribe genialmente a medianoche
y yo ladro con locura pero él me mira furioso
si se inspira o hay luna o piensa en la ausente.
Cuando posemos los dos restos, los dos hálitos,
vendrán las siete ratas dialécticas, tenaces,
nos acabarán con su liturgia, es una pena.
Me sangra el hocico de infinita tristeza
al pensar que la casa quedará tan sola.

(de bandolor, 1965-66)




palestinos

                                              a leila, a jaled


      sus raíces carnales al aire claman a un cielo de napalm,
una bóveda roja de lobos devora los corderos celestes
de la antigua patria y patea las cenizas del hogar,
los niños arden entre sus brazos como teas.
Te has pasado de infiernos, señor, en mis
pies deambulan eras de pies trashumantes,
amo de este barrio sideral, jehová, deus, alá,
responde donde estés si es que estás, se acabaron
los desalojos del planeta, los inquilinos elegidos y los parias,
la tierra es de quien la sangra y todos caben bajo las uvas del sol,
dios quiera, dios, no te cuelguen el triste hatillo de los éxodos
y sepas cuánto pesa la cruz de tus errabundos,
esto será un carro de amor para todas las criaturas,
o hay mundo para todos o no hay mundo para nadie

(de Asesinaciones, 1972-81)




quinta ley contra la quinta rueda

                                   al doctor e. en rosario y azul


      por esa ley dialéctica según la cual
cada cual busca a su cual en el torbellino
del caos y contracaos en travesía
de florecer y besar entre muerte y muerte,
hallarán en mis hermanos, novias, cuñados
los seres más bellos y creadores de la creación
y en mis lobos la depredación más horrenda,
tal cual, pueden averiguarlo en nuestro infierno,
patria mía donde los padres entierran a sus hijos,
lo que es yo, ínfima conjetura de versículos,
verdísimo de mate hasta el cerebelo sólo
quiero propagar su sílaba a semejanza de sus besos,
siempre bebió de su pezón insigne el poeta cachorro
por su ser y contraser, ellos son mi crucifijo y mi belleza,
aquí no hubo pirámides enterradas,
las erigimos con lajas y brújulas de sangre
tropezando en la niebla con nosotros mismos
y así vamos oliéndonos a escoger cada cual a su cual
para ofrendar sus soles a los proletarios del mundo
desunidos

(de asesinaciones, 1972-81)


                                                                                            Julio Huasi

[ Extraídos de las ediciones originales.]

Julio Huasi
(Argentina, 1935-1987)
Nació ( según dice su poema) "en un augusto conventillo de parque patricios" el 20 de marzo de 1935. A los 24 años publica su primer libro (sonata popular en buenos aires, Cuaderno de Cultura, 1959), pero ya muchos años antes había inaugurado su voz poética recitando en plazas y otros lugares no santos ("a la manera, pero no igual, de los antiguos trovadores") sus poemas cargados de dolor y antimperialismo, de amor y resistencia.
Vivió también en Chile y, después de 1976, en España. Reegresó al país para colaborar con las Madres de Plaza de Mayo y seguir dando sus poemas, ya con su inigualable estilo de "serúmano". El [9?] de marzo de 1987 se retiró por propia voluntad de esta sociedad enferma y enfermante.
Son sus conjuntos poéticos (publicados en 6 libros): sonata popular en buenos aires (1959), lírico hollín (1955-57), yanquería (1958-59), violento casorio o las bodas universales (1961-62), los increíbles (1965), bandolor (1965-66), sangral américa (1971), asesinaciones (1972-81), matria mía azul (1983) y comparancias (1982-84)