(por: Colectivo Signos del Topo)
Se afirma que el fallo de la Suprema Corte de
la justicia norteamericana sobre los pagos a los llamados fondos buitres tomó
por sorpresa a todos. Pero leamos lo que el Manifiesto del Frente de Izquierda
y de los Trabajadores (setiembre 2013) decía sobre la deuda hace ya nueve meses:
“Estamos claramente ante una DEUDA USURARIA,
que crece como consecuencia de una continua capitalización de intereses que no
se logran pagar. El saqueo del país ha alcanzado hace mucho un carácter
delictivo. En este negociado ha intervenido la gran banca internacional, pero
SOBRE TODO LOS CAPITALISTAS NACIONALES, que siempre han tenido en su poder la
mayor tajada de esa deuda. Esto explica la conducta ‘serial’ de todos los
gobiernos de los últimos cincuenta años. (...)
El resultado es que SE ASISTE A UNA POTENCIAL CESACIÓN DE PAGOS, EN EL
MARCO DE UNA CRISIS INMINENTE CON LOS LLAMADOS FONDOS BUITRES”. [Mayúsculas
nuestras] (*)
Los empréstitos extranjeros a las arcas
“nacionales” comienzan hace doscientos años, mas no en todos los periodos la
deuda fue impagable y gigantesca como lo es ahora. La llamada deuda pública
(externa e interna) ha llegado a esta eternidad
especulativa a través de una historia
real: la de los enormes y sostenidos manejos financieros para el exclusivo beneficio
propio de los capitalistas nacionales y extranjeros, sólo posibles por su
dominio político, económico y social sobre la población trabajadora y los
recursos del país. Es a esta “historia sin fin” a la que debe ponérsele fin histórica y concretamente.
En el año 2000 el juez federal argentino Jorge
Ballesteros falló a favor de la denuncia presentada dos décadas antes, en 1982,
por Alejandro Olmos, y declaró la “Deuda Externa Argentina” como “ilegal,
inmoral, ilegítima y fraudulenta”. Un año después, en la agudización de la
“crisis de la deuda”, una rebelión popular conocida como “el Argentinazo”
obligaría a las clases explotadoras y sus gobernantes a declarar el default (cesación de pagos) y a “barajar
y dar de nuevo” en el terreno de la política local; partida en la que tuvieron
éxito, si éxito se considera reencauzarse luego en la norma de los pagadores
seriales.
Bien sabemos que los éxitos de la burguesía en
este campo son las desgracias del proletariado y de la población
miserabilizada. Lo que los gobiernos kirchneristas llamaron “desendeudamiento”
muestra hoy su verdadero rostro: deuda impagable, entrega de los recursos
naturales y sociales, default y nuevos endeudamientos. El asunto de los fondos
buitres es nada más que una estación (claro que enervante) en este vía crucis
“nacional y popular” de la deuda eterna.
Ha quedado demostrado de sobra que no es la
legalidad o ilegalidad de las medidas antipopulares de los gobiernos y de los
saqueadores externos e imperialistas, lo decisivo a la hora de alinearse a
favor o en contra del “pago de la deuda”. Ni la decisión declarativa de un juez
argentino (Ballesteros) ni la decisión interesada de uno yanqui (Griesa) son
las variables decisivas que pueden definir la situación.
La deuda es ilegítima, ilegal, usuraria, fraudulenta, antiobrera y antipopular.
Pero además de todo eso es impagable.
Cuando nos hablan de “pagar” escamotean que se habla de refinanciarla, de
empujar sin fin la noria de sus intereses, para alimentar la rueda internacional
de la gigantesca especulación capitalista.
Pero hoy los supuestos gurúes de la “Economía”
apenas si pueden tapar el sol con las manos: lo distintivo del momento actual
es que la Argentina ha retornado al centro de la crisis global del capitalismo discutiendo (y no solo discutiendo,
sino “embarrándose” más) si entra o no en default y cómo y con qué gravedad; si
podrá cumplir o no con los compromisos más elementales; y sobre todo si podrá
sortear la crisis interna (económica, política y social) que se avecina ante el
deterioro acelerado de las condiciones de vida de los trabajadores (ocupados y
desocupados, precarizados y marginados).
En este cuadro de situación, hemos visto
durante los últimos días un verdadero desfile de defensores seriales del pago de la deuda eterna, comparsa
indispensable de los gobiernos “pagadores seriales”.
A la fecha (3 julio 2014), después de que el
gobierno reafirmó su “voluntad pagadora” a la totalidad de los acreedores, las
voces cantantes del poder económico y político intentan cerrar un gran frente
procapitalista que consagre, una vez más, la posición genuflexa ante lo que
llaman “los mercados”, con la machacona excusa de la “necesidad de divisas”, la
“entrada de inversiones” y, por lo tanto, la inevitabilidad de nuevos
endeudamientos.
En los Parlamentos y Legislaturas del país, no
es la soberanía popular la que gobierna los destinos de esta “deuda soberana”,
“pública”. Porque la soberanía y la “voluntad” del pueblo trabajador también
están políticamente incautadas (“embargadas”) en los tres poderes del Estado
capitalista. Y será –¡una vez más!– en “el marco de la Constitución y la Ley”
donde los “representantes del pueblo”, los partidos del sistema y sus políticos
profesionales intentarán legitimar los pagos de lo impagable, como auténticos
genuflexos ante el capital (del que el “capital financiero” y los “buitres”
especuladores son una parte inseparable).
¿Qué hacer? No deberá ser en el Congreso Nacional
donde se diga la última palabra, sino en la calle, en los barrios y en los
lugares de trabajo. Los trabajadores debemos movilizarnos por el no pago de
esta deuda usuraria, antiobrera y antipopular. Debemos luchar para impedir que se
sigan haciendo pagos en contra de los intereses populares, y por el repudio
total a una deuda que vacía el ahorro nacional, producto del trabajo de los
obreros argentinos e inmigrantes explotados en el país.
No podemos permitir que la base de la vida
social y productiva de las familias trabajadoras (la salud, la educación, la
cultura, la vivienda, el habitat y el medio ambiente, los recursos naturales,
los recursos sociales, en fin, la base misma sobre la que se levanta la
sociedad) siga siendo afectada por la decisión antidemocrática y antipopular
(incluso criminal, ya que el pago de una deuda como esta configura un verdadero
crimen social) de gobernantes que sirven a los meros intereses del capital.
Esta dependencia económico-política crucial no siempre aparece nítida, pero en
los momentos de crisis, cuando la economía “hace agua” y el suelo social
tiembla bajo los pies de todos, las decisiones políticas muestran con claridad
qué intereses (y cómo) defiende cada quien.
• No al pago de la deuda toda ella usuraria.
Ni un peso ni un dólar para los buitres y para los acreedores especuladores.
• Repudio de la deuda y de la política
capitalista que lleva a la “deuda eterna” antiobrera y antipopular.
• Por la nacionalización de la banca y el
comercio exterior.
• Por un Congreso de trabajadores y la
izquierda que resuelva medidas de fuerza y organización con la población
movilizada.
• Por la huelga general y un plan de lucha
para la defensa de los ingresos, los medios de subsistencia y los puestos de
trabajo de todos y cada uno de los trabajadores y sus familias.
• Atención inmediata y urgente de la parte de
la población que apenas sobrevive en la miseria y la indigencia.
• Por la plena satisfacción de las necesidades
obreras y populares. Por la auténtica democratización de la cultura, la vida
productiva y la vida social.
• Por la autodeterminación y el gobierno de
los trabajadores.
• Por la movilización internacional contra las
deudas que afectan a los trabajadores de todos los países.
• Unidad activa con todos los obreros y
trabajadores en lucha del mundo entero.
(3 julio 2014)
Colectivo Signos del Topo
(*) El “Manifiesto político electoral del
Frente de Izquierda y de los Trabajadores”, de setiembre de 2013, puede ser
leído aquí: