jueves, 3 de julio de 2014

No al pago de la deuda “eterna”

(por: Colectivo Signos del Topo)


Se afirma que el fallo de la Suprema Corte de la justicia norteamericana sobre los pagos a los llamados fondos buitres tomó por sorpresa a todos. Pero leamos lo que el Manifiesto del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (setiembre 2013) decía sobre la deuda hace ya nueve meses:
 “Estamos claramente ante una DEUDA USURARIA, que crece como consecuencia de una continua capitalización de intereses que no se logran pagar. El saqueo del país ha alcanzado hace mucho un carácter delictivo. En este negociado ha intervenido la gran banca internacional, pero SOBRE TODO LOS CAPITALISTAS NACIONALES, que siempre han tenido en su poder la mayor tajada de esa deuda. Esto explica la conducta ‘serial’ de todos los gobiernos de los últimos cincuenta años. (...)  El resultado es que SE ASISTE A UNA POTENCIAL CESACIÓN DE PAGOS, EN EL MARCO DE UNA CRISIS INMINENTE CON LOS LLAMADOS FONDOS BUITRES”. [Mayúsculas nuestras] (*)
Los empréstitos extranjeros a las arcas “nacionales” comienzan hace doscientos años, mas no en todos los periodos la deuda fue impagable y gigantesca como lo es ahora. La llamada deuda pública (externa e interna) ha llegado a esta eternidad especulativa a través de una historia real: la de los enormes y sostenidos manejos financieros para el exclusivo beneficio propio de los capitalistas nacionales y extranjeros, sólo posibles por su dominio político, económico y social sobre la población trabajadora y los recursos del país. Es a esta “historia sin fin” a la que debe ponérsele fin histórica y concretamente.
En el año 2000 el juez federal argentino Jorge Ballesteros falló a favor de la denuncia presentada dos décadas antes, en 1982, por Alejandro Olmos, y declaró la “Deuda Externa Argentina” como “ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta”. Un año después, en la agudización de la “crisis de la deuda”, una rebelión popular conocida como “el Argentinazo” obligaría a las clases explotadoras y sus gobernantes a declarar el default (cesación de pagos) y a “barajar y dar de nuevo” en el terreno de la política local; partida en la que tuvieron éxito, si éxito se considera reencauzarse luego en la norma de los pagadores seriales.
Bien sabemos que los éxitos de la burguesía en este campo son las desgracias del proletariado y de la población miserabilizada. Lo que los gobiernos kirchneristas llamaron “desendeudamiento” muestra hoy su verdadero rostro: deuda impagable, entrega de los recursos naturales y sociales, default y nuevos endeudamientos. El asunto de los fondos buitres es nada más que una estación (claro que enervante) en este vía crucis “nacional y popular” de la deuda eterna.
Ha quedado demostrado de sobra que no es la legalidad o ilegalidad de las medidas antipopulares de los gobiernos y de los saqueadores externos e imperialistas, lo decisivo a la hora de alinearse a favor o en contra del “pago de la deuda”. Ni la decisión declarativa de un juez argentino (Ballesteros) ni la decisión interesada de uno yanqui (Griesa) son las variables decisivas que pueden definir la situación.
La deuda es ilegítima, ilegal, usuraria, fraudulenta, antiobrera y antipopular. Pero además de todo eso es impagable. Cuando nos hablan de “pagar” escamotean que se habla de refinanciarla, de empujar sin fin la noria de sus intereses, para alimentar la rueda internacional de la gigantesca especulación capitalista.
Pero hoy los supuestos gurúes de la “Economía” apenas si pueden tapar el sol con las manos: lo distintivo del momento actual es que la Argentina ha retornado al centro de la crisis global del capitalismo discutiendo (y no solo discutiendo, sino “embarrándose” más) si entra o no en default y cómo y con qué gravedad; si podrá cumplir o no con los compromisos más elementales; y sobre todo si podrá sortear la crisis interna (económica, política y social) que se avecina ante el deterioro acelerado de las condiciones de vida de los trabajadores (ocupados y desocupados, precarizados y marginados).
En este cuadro de situación, hemos visto durante los últimos días un verdadero desfile de defensores seriales del pago de la deuda eterna, comparsa indispensable de los gobiernos “pagadores seriales”.
A la fecha (3 julio 2014), después de que el gobierno reafirmó su “voluntad pagadora” a la totalidad de los acreedores, las voces cantantes del poder económico y político intentan cerrar un gran frente procapitalista que consagre, una vez más, la posición genuflexa ante lo que llaman “los mercados”, con la machacona excusa de la “necesidad de divisas”, la “entrada de inversiones” y, por lo tanto, la inevitabilidad de nuevos endeudamientos.
En los Parlamentos y Legislaturas del país, no es la soberanía popular la que gobierna los destinos de esta “deuda soberana”, “pública”. Porque la soberanía y la “voluntad” del pueblo trabajador también están políticamente incautadas (“embargadas”) en los tres poderes del Estado capitalista. Y será –¡una vez más!– en “el marco de la Constitución y la Ley” donde los “representantes del pueblo”, los partidos del sistema y sus políticos profesionales intentarán legitimar los pagos de lo impagable, como auténticos genuflexos ante el capital (del que el “capital financiero” y los “buitres” especuladores son una parte inseparable).
¿Qué hacer? No deberá ser en el Congreso Nacional donde se diga la última palabra, sino en la calle, en los barrios y en los lugares de trabajo. Los trabajadores debemos movilizarnos por el no pago de esta deuda usuraria, antiobrera y antipopular. Debemos luchar para impedir que se sigan haciendo pagos en contra de los intereses populares, y por el repudio total a una deuda que vacía el ahorro nacional, producto del trabajo de los obreros argentinos e inmigrantes explotados en el país.
No podemos permitir que la base de la vida social y productiva de las familias trabajadoras (la salud, la educación, la cultura, la vivienda, el habitat y el medio ambiente, los recursos naturales, los recursos sociales, en fin, la base misma sobre la que se levanta la sociedad) siga siendo afectada por la decisión antidemocrática y antipopular (incluso criminal, ya que el pago de una deuda como esta configura un verdadero crimen social) de gobernantes que sirven a los meros intereses del capital. Esta dependencia económico-política crucial no siempre aparece nítida, pero en los momentos de crisis, cuando la economía “hace agua” y el suelo social tiembla bajo los pies de todos, las decisiones políticas muestran con claridad qué intereses (y cómo) defiende cada quien.

• No al pago de la deuda toda ella usuraria. Ni un peso ni un dólar para los buitres y para los acreedores especuladores.
• Repudio de la deuda y de la política capitalista que lleva a la “deuda eterna” antiobrera y antipopular.
• Por la nacionalización de la banca y el comercio exterior.
• Por un Congreso de trabajadores y la izquierda que resuelva medidas de fuerza y organización con la población movilizada.
• Por la huelga general y un plan de lucha para la defensa de los ingresos, los medios de subsistencia y los puestos de trabajo de todos y cada uno de los trabajadores y sus familias.
• Atención inmediata y urgente de la parte de la población que apenas sobrevive en la miseria y la indigencia.
• Por la plena satisfacción de las necesidades obreras y populares. Por la auténtica democratización de la cultura, la vida productiva y la vida social.
• Por la autodeterminación y el gobierno de los trabajadores.
• Por la movilización internacional contra las deudas que afectan a los trabajadores de todos los países.
• Unidad activa con todos los obreros y trabajadores en lucha del mundo entero.

(3 julio 2014)

Colectivo Signos del Topo


(*) El “Manifiesto político electoral del Frente de Izquierda y de los Trabajadores”, de setiembre de 2013, puede ser leído aquí: