martes, 30 de junio de 2020

La lucha contra la segregación racial en un escalón sin precedentes

[por Norberto Malaj]


En EE.UU. y a escala mundial



[Estados Unidos de Norteamérica en 2016.]


    Desde un principio advertimos el alcance inmenso del levantamiento popular de EE.UU. Nos opusimos a darle el carácter de “protesta” [“Estados Unidos: ¿es una ´protesta´? No, es unarebelión popular”, el 3/6/2020 ] contra la opinión reinante en la mayor parte de la izquierda.
    Ahora, Douglas McAdam, un especialista en el estudio de cuestiones raciales de EE.UU., lo confirma: “Nunca antes habíamos visto protestas como estas”, tituló un trabajo de Jacobin, la principal revista de la izquierda de EE.UU. (22/6).
    Lo dijimos antes. El movimiento popular de EE.UU. trasciende todo lo que conoció EE.UU. en la lucha contra el racismo en el pasado. Las movilizaciones contra la brutalidad policial que estallaron a partir del asesinato de George Floyd fueron más allá del gran ascenso de la lucha anti-racial de los años ´60. Puso de relieve, sobre todo, la enorme frustración de ese movimiento civil y hasta qué punto empalma con reivindicaciones democráticas y sociales que van mucho más lejos que la ´cuestión negra´ en EE.UU.
    A partir del examen de tres semanas de movilizaciones, Douglas McAdam confirma que por su amplitud demográfica y racial los negros, a escala nacional, sólo fueron el 12% de sus participantes. La gran mayoría de los manifestantes fueron blancos (el 61%). Las otras minorías se reparten el resto. Las movilizaciones “tuvieron lugar en los cincuenta estados” de la Unión, “en ciudades pequeñas y abrumadoramente blancas como Overland Park, Shawnee y Olathe”.
    Sólo por esto, el movimiento actual ya ha sido infinitamente más vasto y contundente que el movimiento de los años 60. “Cuando se considera que las principales campañas y acciones durante el apogeo del movimiento a principios de los años 60: las sentadas en 1960, Freedom Rides en 1961, Albany en 1962, Birmingham en 1963, Selma en 1965 - todo tuvo lugar en el sur, y prácticamente todos los sureños blancos se opusieron implacablemente a la amenaza que representaba el movimiento para ´la forma de vida del sur´” (idem). Ahora el movimiento tuvo un alcance nacional vastísimo y multirracial.
    La sublevación de EE.UU. tiene un alcance histórico. Maduró largamente tras la creciente militarización de las policías estaduales y el reforzamiento represivo y carcelario, que se dirigió especialmente contra los negros. La población carcelaria de EE.UU. es la más alta del mundo: se acerca a los 3 millones; con una altísima proporción de gente de color.
    Los antecedentes de la rebelión fueron in crescendo. Trump no hizo más que echar sistemáticamente leña al fuego: cuando Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano y activista por los derechos contra la segregación racial, se arrodilló cuando se cantaba el himno de EE. UU. en una cancha, el 1 de septiembre de 2016, la NFL (la AFA yanqui) por indicación de Trump lo sancionó y nunca más pudo volver a jugar profesionalmente. Desde entonces el repudio a ese himno como manifestación contra el racismo en EE.UU. se extendió del fútbol a otros deportes, donde los negros sobresalen. Ahora ¡la NFL ha pedido perdón a los jugadores negros!

Alcance mundial

    Este mismo fenómeno se replicó a escala planetaria. En Inglaterra los bancos centenarios que financiaron la trata de esclavos están todos haciendo cola para pedir “disculpas” y sacando las estatuas de los directores del pasado en sus inmaculadas sedes centrales. “Barclays, HSBC y Lloyds entre los bancos del Reino Unido que tenían vínculos con la esclavitud” tituló The Guardian (18/6). “La trata de esclavos fue abolida en el Imperio Británico en 1807, pero no fue hasta 1833 que la Ley de Abolición de la Esclavitud finalmente prohibió la propiedad de otros seres humanos… (pero) 46.000 propietarios de esclavos continuaron beneficiándose financieramente ya que la Ley de Compensación de Esclavos posterior proporcionó £ 20 millones en pagos, una suma de miles de millones en términos de 2020. A pesar del nombre del acto, los antiguos esclavos no fueron compensados. El proyecto Legacies of British Slave Ownership de University College London muestra que entre el 10% y el 20% de los ricos de Gran Bretaña tuvieron vínculos importantes con la esclavitud. La cantidad de dinero prestada para pagar a los propietarios de esclavos fue tan grande que el gobierno solo la pagó por completo en 2015” (idem).
    Es contra todo esto que ahora se liberaron energías extraordinarias a escala mundial. La opresión o cuestión colonial y/o racial que medio planeta parece ´descubrir´ es una reacción no por un ´pasado´ remoto sino por los efectos presentes de esa opresión. Es lo que expresa la rebelión, especialmente de los jóvenes –y en particular de las minorías más explotadas– de los países imperialistas, como ocurrió en Inglaterra y Bélgica y hasta en Australia, donde por primera vez en la historia la causa de sus pueblos originarios ha sido tomada por las grandes masas de ese extensísimo país-continente. La caída de las estatuas de los Churchill, de los Rhodes y los Leopoldo II, en Inglaterra y Bélgica; como de Colón y Juan de Oñate en todo el continente americano, como de tantos otros ´civilizadores´, no es obra de vándalos ignorantes sino de los hijos y nietos de aquellos que sufrieron la esclavitud y el colonialismo-imperialista hasta poco tiempo atrás y hoy se elevan para luchar por sus derechos.
    La tesis conservadora de buena parte de la izquierda que no daba tres guitas por la rebelión norteamericana, que no ve más que ´planchazos´ por doquier (¡y encima nos ´cayó´ la pandemia!) se ha hecho trizas. Tras la resignación de Sanders a su pre-candidatura presidencial la izquierda democratizante (Jacobin era uno de sus principales exponentes) había dado por cerrada toda perspectiva a las masas yankis; la “iniciativa” –dijo un ex diputado del FIT-U, ya iniciada la rebelión– era de Trump! Jorge Altamira dio en el clavo semanas atrás cuando dijo que estamos en presencia de “la rebelión contra la brutalidad policial y contra el racismo, más extendida de la historia”.

Dimensión histórica


                                            [Escena de la batalla de Vertieres, Haití, del 18 nov 1803,
                                           cuando un ejército de ex-esclavos se enfrentó y derrotó al
                                            ejército colonialista francés.]

    Junto a la explotación de los aborígenes del ´nuevo mundo´ la esclavitud de la época ascendente del capitalismo, aquella que arrancó más de 12 millones de africanos del continente negro entre los siglos XVI y XIX, constituyeron los dos cimientos fundantes de la llamada ´acumulación primitiva´ de la burguesía moderna. Si bien el trabajo asalariado desplazará más tarde definitivamente al trabajo esclavo, este fenómeno abonó como ningún otro la era del despertar del capital. La industria textil inglesa se abastecía de las plantaciones esclavistas de las 6 ó 7 ex colonias más ricas de los ´nuevos´ EE.UU. que proveían de algodón a Manchester. La naciente industria francesa de fines del siglo XVIII se sostenía en la caña de azúcar de Santo Domingo, la colonia esclavista más próspera del planeta en aquella época.
    Desde la Virginia de los ´padres fundadores´ de EE.UU. al Brasil, primero portugués, luego imperial hasta casi fines del siglo XIX; la fuerza de trabajo esclava no tributó ni abonó a la vieja sociedad feudal sino a la sociedad capitalista naciente. La tesis menchevique-stalinista que sostuvo ese disparate, buscó siempre colocar la lucha racial y/o anticolonial en el marco de la defensa de la ´democracia´. Nada más contra-revolucionario en la época del imperialismo, de guerras y revoluciones. Tras esa premisa se le cortaban las alas al movimiento racial y anticolonial en todos lados, y se buscaba estrangular al proletariado entregándolo a manos de la supuesta burguesía ´progresista´.
    De Haití a EE.UU., de Brasil a Jamaica, la esclavitud vino a afirmar el orden de la burguesía. Las monarquías absolutas de Francia e Inglaterra, principalmente, luego de Portugal y España, alentaron la esclavitud moderna como vehículo de los intereses de la moderna burguesía. La esclavitud fue abolida no por obra de la ´voluntad democrática´ de la burguesía sino en su contra y como fruto de las disputas inter-capitalistas del moderno mundo burgués. El movimiento abolicionista en los principales países del mundo se impuso contra la burguesía, no alentado por ésta.
    Inglaterra se opuso a la independencia de sus colonias americanas no en nombre de la libertad de los negros, sino para preservar sus grandes dominios reales y la esclavitud. Más allá de que los ´padres fundadores´ de EE.UU. fueron mayormente esclavistas se levantaron contra Inglaterra en nombre de la libertad y abrieron cauce al desarrollo capitalista farmer, el más vigoroso que conociera la historia del capitalismo donde alcanzó su cénit tras la guerra de secesión.
    Inglaterra tras la revolución norteamericana reforzó todos sus dominios esclavistas, especialmente en América Latina, como ocurrió en Jamaica y Guyana (al mismo tiempo que colonizaba la India, donde dada su inmensa población aborigen, no implantó la esclavitud pero llevó allí decenas de miles de africanos que sirvieron de capangas de la población india). En 1807 Inglaterra abolió formalmente la esclavitud (aunque en verdad esclavos en Inglaterra hubo hasta bien avanzado el siglo XIX). En 1812 fue de nuevo a la guerra contra EE.UU. para quebrarlos. Cincuenta años después la Inglaterra victoriana se colocó en el campo de la Confederación esclavista del Sur contra los EE.UU. de Abraham Lincoln en defensa de la industria textil manchesteriana que se abastecía de algodón del sur de EE.UU. La Primera Internacional, bajo el liderazgo de Marx y Engels, dejó enseñanzas fundamentales de internacionalismo proletario negándose a colocar, tras la propaganda de la burguesía imperialista que esgrimía la defensa del ´trabajo´ inglés. La causa de la lucha contra la esclavitud debía ser abrazada también por los obreros ingleses, contra la extorsión de sus industriales.
    Haití tuvo el honor de iniciar el movimiento de independencia nacional de América latina antes que nadie, reuniendo en un solo puño la lucha por la emancipación nacional y por la primera república negra del mundo. La mayoría de nuestros criollos fueron muy cobardes ante el movimiento independentista posterior atento a los acontecimientos haitianos. Lo mismo vale para la conducta de los nacientes Estados Unidos de Norteamérica, cuya conducta ante el proceso independentista latinoamericano, desde la gesta de Toussaint L´Ouverture hasta el movimiento de Francisco de Miranda primero, y de Bolívar después, fue absolutamente conservador –temerosos de que los estados esclavistas del sur norteamericano simpatizaran con la causa de la jóven república negra.
    El movimiento multirracial contra la brutalidad policial del presente, abreva en la lucha de los Espartacos de todas las épocas. El odio contra las estatuas de Colón y Churchill simboliza el combate de nuestros oprimidos desde Tupac Amaru contra todos los agravios de la era del capital, para terminar con todas las deudas desde Baring Brothers a los Blackrock.

"Racismo y supremacía blanca pecado nacional" de EE.UU.

    Del puñado de naciones más avanzadas todas las cuales pasaron por la esclavitud y la opresión racial ninguna hizo de la cuestión racial y del “supremacismo blanco” una cuestión tan central como EE.UU. Si La revolución de independencia de EE.UU., episodio fundamental de la era de las revoluciones burguesas, no rozó el dominio de la esclavitud (ésta alcanzó su mayor esplendor en los 50/60 años posteriores), a su manera tampoco la Guerra de Secesión y la abolición de la esclavitud liquidaron las enormes desigualdades entre negros y blancos.
Esto no sólo fue así en los estados de la frustrada Confederación. Dice Alexandra Villarreal (The Guardian, 30/6): en EE.UU. se pagan “tributos a (su) pasado, incluso cuando se eliminan las estatuas confederadas y las marcas comerciales reconsideran los estereotipos raciales”. Quien recorra EE.UU. se preguntaría dos veces quien ganó la Guerra de Secesión: hay “casi 800 estatuas y monumentos confederados” (idem).Esos monumentos “se erigieron décadas después de que terminó el conflicto, como ´un recordatorio para que las personas negras y marrones recuerden su lugar´, dice Alvita Akiboh, profesora de Historia en la Universidad de Michigan (idem). EE.UU. “venera a personajes profundamente defectuosos… Muchos de los padres fundadores, incluidos George Washington y Thomas Jefferson, eran dueños de esclavos, a pesar de la poética acerca de cómo la institución era una ´depravación moral´. Incluso Benjamin Franklin, venerado como uno de los primeros abolicionistas, fue propietario de esclavos durante gran parte de su vida y publicó anuncios vendiendo esclavos en su periódico” (idem). “El himno nacional fue escrito por Francis Scott Key, un propietario de esclavos que abusó de su autoridad como fiscal de distrito para perseguir a los hombres negros y a los abolicionistas” (idem).
“Incluso Mickey Mouse, un componente básico de la cultura norteamericana muy apreciado, saltó a la fama en 1928 con una melodía de minstrel de cara negra…´. El racismo y la supremacía blanca es nuestro pecado nacional´", dice Karen Cox, profesora de historia de la Universidad de Carolina del Norte.

´Africanización´ de la humanidad

    La ´descolonización´ de África, en la última posguerra, fue presentada por la democracia imperialista y más de un ´izquierdista´ como el resultado de la ´humanización´ del mundo del capital. Bien mirada, la ´descolonización´ del continente negro no solo fue la más mezquina de todas las transiciones del mundo colonial al moderno mundo de las semi-colonias y estados esclavizados por el FMI, el Banco Mundial y las naciones imperialistas. África ha sido el asiento de la peor pandemia que conoció la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial: la tragedia del HIV-SIDA que diezmó a varios países africanos y dejó en el continente un tendal de más de 40 millones de muertos. A esto le siguió el ébola, que encontró en África también su asiento por excelencia.
    África simboliza la barbarie de la época de descomposición capitalista hace mucho tiempo, es mucho más que eso: es el espejo en que se mira hoy toda la humanidad.
    La lucha contra la barbarie de la brutalidad policial de los negros en EE.UU. es por todo esto una causa universal del proletariado moderno. La única lucha anti-racial consecuente es aquella que une la lucha contra la opresión racial y/o colonial a la lucha anticapitalista, por el gobierno de los trabajadores, por el fin de la explotación del hombre por el hombre.

                                                                                                                               (28 junio 2020)


lunes, 29 de junio de 2020

«Día de la Madre», y cinco poemas de «Ardua»

[por Rolando Revagliatti] 







AUDIO DEL POEMA "Día de la Madre" en youtube:
  


Día de la Madre


Mamá merece un lavarropas nuevo
y una multiprocesadora de 400 vatios de potencia
y una más moderna licuadora

Mamá merece también una tostadora eléctrica
de última generación
y un secavajillas con cinco programas y tres temperaturas

Mamá es muy buena
No hay como mamá

Mamá merece una lustraspiradora
con barral cromado rebatible y tres cepillos flotantes
¿Qué menos que una máquina de coser
con quince funciones de puntada
merece mamá?

Mamá es muy buena
Merece esto y mucho más

Mamá merece una cocina con paneles autolimpiantes
y puerta visor con doble vidrio
Mamá merece una plancha con capacidad
de tanque para 320 mililitros

Mamá es muy buena
Queremos mucho a mamá
Demos de una vez en el blanco
de las principales
necesidades de mamá.


•••


Ya casi


Ya casi no vivo:
estoy atrapada

Atrapada en una familia:
la mía.


•••


Enamorada


Enamorada de mi miedo
es mucho el frío que hace
donde me interno:

la tapa de mis sesos.


•••


Lucimiento


La cabeza
del ruin de mi esposo
–reciente decapitado–
y archienemigo de mi amante

luce
como flor azteca
en el ya impresionante florero
desde siempre advertible
encima del bargueño
del comedor.


•••


Sólo para estar más cerca


Sólo para estar más cerca de Dios
extremando mi cristiandad
realizo
pragmática, facilitadora
la concupiscencia
con sus ministros.


••• 


Hombres tan


¿Y qué hacen esos hombres allí
tan ebrios
con sus caballos
aguardándome?

Tan rudos
¿qué hacen estos hombres aquí
con sus caballos
cercándome?

¿Qué hacen sometiéndome
                                                 matándome
                                                                       así?

¿Qué cumplen?





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domingo, 28 de junio de 2020

Serie de tangos de nobles afinidades

[Por: Luis Mihovilcevic]
















Serie de tangos de nobles afinidades



Serie de tangos de nobles afinidades (3 piezas de Luis Mihovilcevic),
interpretada por Orquesta No Típica (dirigida por Juan María Solare),
Universidad de Bremen - 24 junio 2010.

1. Kagel-Tango, 2. Solare-Tango, 3. Zubillaga-Tango.

Dagmar Deutges (oboe), 
Claudia Pietsch (saxofón alto), 
Francisca Streblow y Ruth Dassmann (acordeón),
FG y Tanja Merkle (violín), 
Maike Fiedler (viola), 
Martin Kayser (violonchelo), 
Ingo Jauer (bajo eléctrico), 
Juan María Solare (piano)









viernes, 26 de junio de 2020

Crónica de un encuentro

[por: Pablo De Cruz]


Crónica de un encuentro/
                  Tú (1)

                                                                    Dedicado a un Pez...



                Fue en el agua
andando junto a Ella,
o más bien, en Ella andando junto al agua.

Miles de ondeadas marcas
haciendo trizas un cristal oscuro.

La delicadeza dulce de un sorbo cálido 
y una palabra amena.

Hubo el prístino rocío,

hubo la tibieza fría de lo aún incierto.

Hubo un Tú, y un Mí.

Hubo tiempo.


                Fueron los pasos y el fresco,
luego la esquiva concavidad lunar
burlada por la convexa opacidad nocturna.

Hubo compases marcados por el arrullo de una brisa inquieta.

Y eras tú que no eras Tú,
eras tú aún sin Tú.

                Tiempo luego de salir del abrazo tosco,
expresso, de aquel bar.

Tú hablabas,
mientras mis palabras asomaban por momentos no-Mías.
Titilando ellas como Otras,
vertieron en silencio.

Supe entonces que restaba solo callar.
Callé entonces del único modo posible.
Cayendo,
dejándome Caer.


Como pude, logré en un mal-logrado intento asomar:
–No más tiempo hay para palabras–
y entonces fuiste Tú quien cayó.

Tú y un silencio Caído,

Tú boca.

Tú y lo absolutamente excomulgado al verbo
por un instante.

Tú, el silencio, la brisa, la noche,
y el andar calmo.

Tú,
y el naufragio en el mar que nos mancomuna.

                                       Nadando raudamente,
                                                 entre tu nombre y el mío.


                                                                                                 23-08-12



Tú-carne viva y mi silencio/
                      Tú (2)




En el último instante, sin saberlo,
                asomó el más calmo silencio.                                   

Fue en la última vez de mis palabras,
                eras Tú sin cuerpo aún,
                eras Tú ausente casi, de sangre y latido.

En la trivialidad de un tiempo cualquiera,
                de un cuerpo cualquiera.

                las bocas se multiplican,
                los ojos que multiplican,
                los cuerpos se multiplican

y cada segundo que Nada.

El flujo vital en sus pendulares remolinos,
ríspido vaivén del más oscuro mar.

                El vahoso vapor que fue Solo una vez 
                y que ahora unos cuantos.
                Se funde en bramantes gorjeos que inflan mi carne tan viva.

Sueño de un sueño soñado que ya no sueña,
                y duerme.


Soñará algo

Soñar, algo.

Algo.



                                                                      27-03-13 [14-03-13]


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Del libro de Pablo De Cruz: Aquello en Mí 

(Araucaria editora / serie Signos del Topo, 2017.)








jueves, 25 de junio de 2020

Pandemia, literatura, realidad





                               
    Desde siempre, literatura y realidad se han cruzado y confundido. ¿Tiene la literatura un carácter revolucionario per se? Por supuesto que no. Hay escritores y obras que sirven al orden existente y hay escritores y obras que buscan su subversión o, muchas veces, sin proponérselo expresan la subversión que anida en la realidad. ¿Cómo distinguir tal cosa? No existe método para esto.
    Hay escritores (y artistas de todas las disciplinas), incluso reaccionarios, que dejaron obras fundamentales. Y hay escritores (y una vez más artistas…) mediocres que se llaman ´progres´ o ´revolucionarios´ que hacen vulgaridades o mamarrachos que un verdadero revolucionario jamás recomendaría. No hay una norma preestablecida para dictar qué es bueno o qué es malo en literatura. La validación la dicta la llamada ´opinión pública´ en su acepción más elemental y obvia. Vargas Llosa, por ejemplo, se inició muy joven como un hombre de izquierdas y como tal se consagró con un libro grandioso, Conversación en la catedral. Hoy es un reaccionario, que sirvió incluso como candidato presidencial de la derecha peruana pocos años atrás, pero nadie podría negar la calidad de su prosa, incluso hasta en sus obras más pobres o donde su impronta política es más marcada. Hasta en algunas de estas obras, como es el caso de La Historia de Maita, en que Vargas Llosa ridiculiza a un trotskista peruano gay (y que remite a la historia real de un dirigente histórico del trotskismo peruano de los años ´60) Vargas Llosa deslumbra.
    Reivindicamos la literatura en mayúsculas como testimonio de la realidad y del mundo para transformarlo. Más allá de las ideas de un artista, como respondió Martín Kohan recientemente en una muy buena nota, de Fabiana Scherer en La Nación revista, titulada “Crímenes y Pecados” sobre si “¿es posible separar la obra del artista?”, pensamos como Martín: resulta “indispensable separar al artista de su obra”. No se puede juzgar a un autor fuera de su época, de su entorno, de las contradicciones que lo determinan. Gustave Flauvert en la Francia de mediados del siglo XIX, Oscar Wilde en la Inglaterra victoriana o Manuel Puig tan solo 50 años atrás, en nuestro país, fueron atacados y censurados por sus contemporáneos. Se revelaron, sin embargo, como geniales autores que celebramos hasta nuestros días.

Pandemia y Literatura

    Pocas veces la realidad ha sido retratada en tiempo real por hombres de letras en forma tan cruda como estos días. El premio Nobel (2006), Orhan Pamuk, denunciante del ´negacionismo´ de su país, Turquía, ante el genocidio del pueblo armenio (y kurdo más recientemente) –perseguido y censurado por esto– nos deleitó con un excelente y largo texto, “Lo que las grandes novelas sobre pandemias nos enseñan”, que en Argentina reprodujo La Nación (16/5). En ese texto OP nos familiariza con textos memorables del inglés Daniel Defoe (“Diario del año de la peste”), del italiano Alessandro Manzoni (”Los novios”) y del argelino-francés Albert Camus (“La peste”), entre otros, para graficarnos cómo en la historia desde el medioevo en adelante “la literatura sobre plagas y enfermedades contagiosas presenta el descuido, la incompetencia y el egoísmo de los que están en el poder como únicos instigadores de la furia de las masas”.
    En particular, Pamuk, citando a estos autores descarga toda la furia contra “las instituciones de la religión organizada”, que en aquellos tiempos como ahora “no parecen saber cómo lidiar con nada”. En el medioevo y hasta tiempos relativamente recientes “en un mundo sin diarios, radio, televisión ni internet, la mayoría analfabeta no disponía más que de su imaginación para discernir dónde estaba el peligro, su gravedad y el grado de tormento que podía causar. Esa dependencia de la imaginación daba a los medios de cada persona una voz propia, que los teñía de un tono lírico: localizado, espiritual y mítico”. Pamuk indica que hoy esos temores se “amplifican (por) las mentiras” de los “medios populistas de derechas”. Trump, por ejemplo, a quien Pamuk no cita expresamente, pareciera retornar al misticismo de los siglos XVII y XVIII, “cuando la frontera cultural y antropológica entre los dos mundos (Occidente y Oriente) la marcaba la peste, así como el hecho de que era mucho más probable contagiarse al este del Danubio”. Ahora que ocurre lo inverso, Pamuk tiene el cuidado de no enrostrárselo al ´bárbaro´ que lidera Occidente; pero llama la atención que incluso en su oriente particular –gobierna un musulmán que retrotrajo a Turquía a tiempos anteriores a la revolución democrática de Atartuk–, Erdogan se vio obligado a adoptar “una actitud laica, ha prohibido los funerales por los que han muerto de la enfermedad y ha tomado la rotunda decisión de cerrar las mezquitas los viernes, cuando los fieles, normalmente se reúnen en grandes cantidades para la oración más importante de la semana”.
    Siete días después, el mismo diario reprodujo textos de dos grandes escritores latinoamericanos, que ilustran la realidad de México y Nicaragua y en el caso del primero, Juan Villoro, la de EE.UU., donde residió seis meses hasta bien iniciada la pandemia.
    Sergio Ramirez informa cómo el ex ´izquierdista´ y guerrillero, Daniel Ortega, devenido en un agente dilecto del FMI y devoto cristiano, sostenido más que en cualquier otra institución en la iglesia vaticana, sobresalió en los inicios de la pandemia con la especie de “que el coronavirus era una enfermedad de ricos ociosos”. Su gobierno presentó la pandemia “como una lucha de clases sanitaria, (el deber revolucionario era) Negar que exista (la pandemia); (en cambio) prevenir contra su diseminación, (era) una maquinación de la derecha. En los centros de salud se llegó a prohibir que los médicos y enfermeras usaran guantes y mascarillas… porque eso era crear alarmas innecesarias. Y también se advirtió al personal no dar ninguna información sobre la enfermedad, para no crear un estado de histeria colectiva… (Ahora) mientras el mal es declarado inexistente, los hospitales se hallan abarrotados de pacientes que cuando mueren no pueden ser velados y deben ser enterrados sin acompañamiento familiar, bajo vigilancia de la policía. Y el temor a la represión se extiende, porque hablar del virus puede convertirse en un acto subversivo. Los deudos de los muertos prefieren callar”.
    Lo que diferencia a Ortega de Bolsonaro es “El mecanismo de la falsificación de la verdad… el mismo que fue utilizado a raíz de la represión que dejó centenares de muertos en las calles hace dos años… Recientemente 645 profesionales de la salud, todos especialistas reputados que prestan sus servicios en clínicas y hospitales, y en consultorios privados, firmaron un documento público de denuncia, con el respaldo de todos los gremios médicos”.
    La mirada de Juan Villoro sobre la realidad de la pandemia en México y EE.UU. llama la atención sobre conductas igualmente irresponsables de Trump y AMLO. Ambos países están en el ´top five´ de los países afectados en la región. Dice Villoro: el distanciamiento social no debiera ser motivo de problema en EE.UU. “La vida estadounidense –dice– no se caracteriza por sus contactos físicos: si dos personas se abrazan y palmean en las mejillas, no parecen seres afectuosos sino miembros de la mafia”. Villoro, quien residió en San Francisco, comenta: allí, en marzo “las noticias de la pandemia eran tan graves que estimularon teorías acerca del deseo del gobierno de propagar el miedo para someter a la población y se disparó el número de personas que compraban armas por primera vez. No pensaban combatir el virus de ese modo, sino los efectos que podía tener en una sociedad dividida. En México, el presidente aplicó la política opuesta. Llamó a que la gente se siguiera abrazando y recomendó usar un ´detente´, señal preventiva con la que los justos contienen al demonio. Al día siguiente, las calles se llenaron de estampas llamadas ´detente´. Hugo López Gatell, médico encargado de conducir la crisis … adoptó una conducta esotérica al describir al presidente como una ´fuerza moral´ incapaz de contagiar a alguien o de contagiarse… Expertos en salud han dicho que las cifras de contagio son 8 a 30 veces superiores a las que reconoce el gobierno…”. En EE.UU. –insinúa Villoro– podría estar ocurriendo lo contrario: “los hospitales reciben más dinero de Medicare por acercar casos de Covid-19. Hablé con un empresario digital de San Francisco dedicado a elaborar programas para hospitales y le pregunté si esto era cierto. Respondió: ´ciento por ciento´. En México los datos parecen difuminarse; en EE.UU. parecen exagerarse. Si algo unifica a ambos países es la desconfianza general y las interesadas reacciones de la oposición”.
    “El periodismo se ha vuelto más necesario que nunca –dice Villoro–, pero debe sobreponerse al sistemático ocultamiento de la información. En la lúgubre utopía de 1984, una palabra desaparece del vocabulario: ´ciencia´. En tiempos del coronavirus, esa palabra cobra fuerza ante una ideología que pretende descalificarla”.

“¿Dónde están los intelectuales, las voces críticas de esta época?”

    Pero si alguien sorprendió con una reflexión filosa fue Alberto Manguel, el ex director de la Biblioteca Nacional en la primera etapa del macrismo, un hombre de una inmensa versatilidad, autor de un texto ya clásico y universal: Una historia de la lectura. Manguel nos despabila con una reivindicación magistral de Rodolfo Walsh y su famosa Carta a la Junta Militar para acusar “la falta de fe en la palabra” en el siglo XXI: puede parecer exagerado, pero Manguel sostiene que “prácticamente por primera vez en la historia se ha dejado de considerar en general el lenguaje como instrumento de la razón que nos permite valorar y transmitir la experiencia de la forma más exacta posible” (La Nación, 5/6).
    Manguel retoma, como Villordo, la importancia del periodismo y cita al “periodista de The New York Times Charles Blow” quien “preguntó a sus conciudadanos en un editorial reciente: ´¿Dónde estaban ustedes cuando flotaban los cadáveres en el río Bravo? ¿Qué dijeron cuando este presidente (Trump) se jactó de abusar de mujeres y defendió a los hombres acusados de hacer lo mismo? ¿Cuál fue su reacción cuando dijo que entre los nazis había personas excelentes? ¿Dónde estaba su indignación cuando la gente moría a millares en Puerto Rico?´”. Manguel no se priva de citar a Marx, a Gramsci y a Said, de quien cita su concepto de “intelectual, en el sentido que yo lo entiendo –son palabras del palestino–, no es un pacificador ni un constructor de consenso, sino alguien que se compromete y arriesga todo su ser sobre la base de un sentido crítico constante, alguien que rechaza a cualquier precio las fórmulas fáciles, las ideas preconcebidas, las confirmaciones complacientes de las opiniones y actos de los poderosos y otras mentalidades convencionales”. Manguel no es un marxista pero nos sorprende con esta reflexión: esa condición intelectual “no es una prerrogativa exclusiva de escritores reconocidos como Zola o Locke: cada ser humano debe ser capaz de un pensamiento universal. A menudo el intelectual notable es gente común y corriente que no posee lo que podríamos llamar una voz profesional. Son hombres y mujeres que pueden no ser conscientes (en general no lo son) del papel que asumen, personas comunes que hablan desde un núcleo ético, testigos críticos naturales de su tiempo”.
Para que la literatura sea patrimonio universal necesitamos la revolución
    Por un lado, tomando a Villoro podríamos parafrasearlo –con todo respeto– diciendo que bajo una sociedad socialista la ciencia no será instrumento para el dominio del capital sino de las necesidades populares, ni ninguna ideología podrá socavarla. Por el otro, citando el final del texto de Orhan Pamuk, “Para que de esta pandemia surja un mundo mejor, debemos abrazar y cultivar los sentimientos de humildad y solidaridad engendrados por el momento que vivimos”, decimos que OP quizás coincida con nosotros en que la historia de la última centuria, por lo menos, tuvo momentos de sobra de esos sentimientos.
    Lo que falta es una dirección revolucionaria, socialista, capaz de sortear todas las trampas que la burguesía y el imperialismo han puesto en el camino a ese objetivo. La literatura con mayúsculas será siempre un aporte en esa senda.
    El día que la humanidad deje de ser el reino de la explotación del hombre por el hombre la literatura dejará de ser goce de minorías ilustradas para estar a disposición del disfrute de las grandes mayorías. En Latinoamérica, pasaremos del ´boom´ de los autores que llevaron a nuestra literatura a ser un fenómeno mundial, como ocurrió en los 60/70 del siglo pasado (un ´boom´ capitalista que explotó la gran industria editorial, especialmente imperialista), a un verdadero boom. Entonces sí los Octavio Paz, Cortazar, García Márquez, Vargas Llosa, Benedetti, Roa Bastos y tantos otros serán leídos por quienes hoy son los iletrados de este mundo, que se elevarán a cumbres desconocidas. Entonces el yugo del capital (y esperemos que de las pandemias) será sólo un recuerdo.

(22 junio 2020)