[Velimir Jlébnikov]
Hace unos días, releía un artículo del
lingüista Roman Jakobson llamado "En busca de la esencia
del lenguaje", en el que este genio ruso, que a la sazón trabajaba en
Harvard, pone en tela de juicio las certidumbres sembradas en el campo de
la lingüística a partir de Ferdinand de Sausurre, que plantea que el
significante es totalmente arbitrario respecto del significado (el
término "árbol" nada tendría que ver con el árbol real, etc.,
salvo en ciertas onomatopeyas). Jakobson plantea que las teorías de
Sausurre fueron tomadas –copiadas– de la teoría estoica "de mil
doscientos años de edad". A partir de ahí, desarrolla R. J. una serie
de investigaciones, ejemplos, figuras, tropos lexicológicos, etc., para volver
a vitalizar la idea de que hay muchas influencias cruzadas entre el sonido
y el sentido de las palabras. Un tema sobre el que no voy a extenderme
ahora. Creo que en un grado mucho mayor del que parece, nuestras ideas
conceptuales responden a 'gustos', 'simpatías', razones ocultas para
nosotros mismos.
Lo único que sí voy a rescatar del artículo es la importancia que le otorga Jakobson al lenguaje poético: la elección y la constelación de los fonemas desafía la mera arbitrariedad de la barra que relaciona y separa significante y significado.
Pero lo que realmente cautivó mi atención fue el párrafo final del lingüista ruso. Dice: "Velimir Jlébnikov, el poeta más original de este siglo, que en 1919 escribiera comentando sus propias obras: «Comprendí que la patria de la creación se halla en el futuro; de allí viene el viento que nos envían los dioses del verbo»".
Entonces decidí leer a Jlébnikov, por supuesto, sólo para descubrir que no parecía haber nada suyo en castellano y aún muy poco en inglés. La frase de este misterioso poeta ruso se me hizo más entendible cuando supe que pertenecía a una escuela poética llamada "Futurismo" que abrió su flor en una época muy propicia, inmediatamente después de la Revolución Rusa.
Jlébnikov sólo vivió 37 años, entre 1885 y 1922. Compartió su escuela literaria con Vladimir Mayakovsky, Aleksander Kruchenykh, Vasily Kamensky y D. Burliuk. Tanto él como Mayakovsky (que se suicidó en 1930) lograron evitar las feroces purgas estalinistas –gracias a sus tempranas muertes.
Decía Joseph Brodsky de V. J.: "A veces los versos de Jlébnikov suenan como lo que presumiblemente oían los pájaros de San Francisco [de Asís]. (...) Sus palabras funcionan como células golpeadas por una inmensa radiación".
A Jlébnikov le interesaba –para asociar libremente este súbito interés mío en su poética– un nuevo lenguaje, que se llamaría "trans-racional", concentrado en la palabra ZAUM, (za/um= más allá/sentido) que lograse revelar las fundamentales Leyes del Tiempo: "las ecuaciones cósmicas que (...) gobiernan los sucesos naturales e históricos".
Eran esos tiempos.
Lo único que sí voy a rescatar del artículo es la importancia que le otorga Jakobson al lenguaje poético: la elección y la constelación de los fonemas desafía la mera arbitrariedad de la barra que relaciona y separa significante y significado.
Pero lo que realmente cautivó mi atención fue el párrafo final del lingüista ruso. Dice: "Velimir Jlébnikov, el poeta más original de este siglo, que en 1919 escribiera comentando sus propias obras: «Comprendí que la patria de la creación se halla en el futuro; de allí viene el viento que nos envían los dioses del verbo»".
Entonces decidí leer a Jlébnikov, por supuesto, sólo para descubrir que no parecía haber nada suyo en castellano y aún muy poco en inglés. La frase de este misterioso poeta ruso se me hizo más entendible cuando supe que pertenecía a una escuela poética llamada "Futurismo" que abrió su flor en una época muy propicia, inmediatamente después de la Revolución Rusa.
Jlébnikov sólo vivió 37 años, entre 1885 y 1922. Compartió su escuela literaria con Vladimir Mayakovsky, Aleksander Kruchenykh, Vasily Kamensky y D. Burliuk. Tanto él como Mayakovsky (que se suicidó en 1930) lograron evitar las feroces purgas estalinistas –gracias a sus tempranas muertes.
Decía Joseph Brodsky de V. J.: "A veces los versos de Jlébnikov suenan como lo que presumiblemente oían los pájaros de San Francisco [de Asís]. (...) Sus palabras funcionan como células golpeadas por una inmensa radiación".
A Jlébnikov le interesaba –para asociar libremente este súbito interés mío en su poética– un nuevo lenguaje, que se llamaría "trans-racional", concentrado en la palabra ZAUM, (za/um= más allá/sentido) que lograse revelar las fundamentales Leyes del Tiempo: "las ecuaciones cósmicas que (...) gobiernan los sucesos naturales e históricos".
Eran esos tiempos.
Cuatro poemas de Velimir (Victor) Jlébnikov
1.
Rey negro danza delante de la multitud,
Y hechiceros aporrean el tom-tom.
Grandes mujeres negras se ríen fuerte y grosero,
Títeres se tiñen la boca, y arden.
La sucia pava de ampolla,
Algunos huesos de pájaro, y un niño.
Nuestro Padre Mayor Auxiliante Sol
Nos golpea distraído-ignorantes.
Siete veces pasa la luz
Siete veces de la tierra al sol.
Miramos y vemos a la oscuridad volverse fría.
Miramos y vemos Réquiem.
Rey negro danza frente a la multitud,
Y los hechiceros aporrean el tom-tom.
2.
Surcantes elefantes, batiendo colmillos de marfil
Que parecían piedra blanca
Detrás de las manos de un artista.
Venados en rodada, con las cornamentas enroscadas:
Parecían abrazados en antiguos coitos,
En tironeantes ardores y adulterios.
Los ríos se lanzaban al mar:
¿Parecía? La mano de uno estrangulaba el cuello del otro.
3.
Relumbrante-letra
guiñante-ala,
Delicada langosta
Carga su panza-canasto
Con pasto agua-de-pradera.
¡Ping, ping, ping! pitar-silbar,
Canta-canto.
¡Maravilla ala-del-cisne!
¡Ausencia de nochidad! ¡Resplandor!
4.
Delicada langosta
Carga su panza-canasto
Con pasto agua-de-pradera.
¡Ping, ping, ping! pitar-silbar,
Canta-canto.
¡Maravilla ala-del-cisne!
¡Ausencia de nochidad! ¡Resplandor!
4.
Vivo con alegres mareas,
Un Koran verde-primavera,
Mi álamo despierto temprano espera
Los emisarios del alba.
Listo para atrapar el pez-sol
En el lago azul de lo alto,
Arroja sus mallas
Y prolijamente enreda el bramido de los toros,
Un cabeza de trueno lento
Y la brillante fragancia de una tormenta de verano.
Mi caña de pescar de álamo,
Torre natural,
Tú arrojas tus verdes redes
Alto y a lo lejos de tu tronco
¡Y ahí está! el dios de la primavera
Boquiabierto, un pez-sol asombrado
En el fondo-del-bote
De cada refulgente hoja.
La verde boca saluda al alto cielo,
¡Se lo come! Trampas para dioses-sol,
Mi alto-vuelo álamo
Con rugido de cornetas y soplido-de viento
Desata un golpazo
Que lava el prado
Con una oleada de azul vodka.
La visión poética de Jlébnikov:
«Hechizos y encantamientos, aquello que
llamamos palabras mágicas, el lenguaje sagrado del paganismo,
palabras como "shagadam, magadam, vigadam, pitz, patz,
patzu"... son hileras de meras sílabas a las que el intelecto no
logra darles sentido, y forman una clase de lenguaje más allá del sentido
[zaum] en el habla folklórica. Sin embargo se atribuye un inmenso poder sobre
la humanidad a estos incomprensibles y mágicos hechizos, una influencia directa
sobre el destino del hombre. Reclaman el poder de controlar el bien y
el mal y de influenciar los corazones de los amantes.
Los rezos de muchas naciones están escritos en un lenguaje incomprensible para aquellos que rezan. ¿Entiende un Hindú los Vedas? Los Rusos no entienden el eslavónico de la Antigua Iglesia. Tampoco los Polacos y los Checos entienden latín. Pero una oración escrita en latín funciona tan poderosamente como un cartel ordinario en la calle... La magia de una palabra permanece mágica aún si no es entendida, y no pierde nada de su poder. Los poemas pueden ser entendibles o pueden no serlo, pero deben ser buenos, deben ser verdaderos."
Los rezos de muchas naciones están escritos en un lenguaje incomprensible para aquellos que rezan. ¿Entiende un Hindú los Vedas? Los Rusos no entienden el eslavónico de la Antigua Iglesia. Tampoco los Polacos y los Checos entienden latín. Pero una oración escrita en latín funciona tan poderosamente como un cartel ordinario en la calle... La magia de una palabra permanece mágica aún si no es entendida, y no pierde nada de su poder. Los poemas pueden ser entendibles o pueden no serlo, pero deben ser buenos, deben ser verdaderos."
(Traducido del ruso por Paul
Schmidt)
Breve bibliografía
1. Velimir Khlebnokov: The King of Time: Selected Writings of the Russian Futurian. Paul Schmidt (trans.)
2. Collected Works of V.K. Vol III: Selected Poems. Harvard Univ. Press, 1998.
UN AGREGADO [por
R. R.]
Si bien no se dedica a los poetas
Futuristas, es necesario mencionar el soberbio prólogo de Diana Myers a
las versiones que tradujeran del ruso Amaya Lacasa y Rafael Ruiz de la
Cuesta, con el título "Poesía Acmeísta Rusa", editado por Visor
en España, en 2001. La Escuela Acmeísta surgió casi al mismo tiempo que el
Futurismo, con un perfil mucho más bajo y sin producir una ruptura tan
drástica con la rica tradición poética rusa. Sus figuras más representativas
son nada menos que Anna Ajmátova, Osip Mandelstam y Alexander Blok.
Tiempo después, un hallazgo. En su poético "Zoo o cartas de no amor", de 1923, el autor ruso Viktor Shklovski ubica como epígrafe del libro un largo poema de Jlébnikov, "El Serrallo", extraído de Sadok sudej, la primera antología de los futuristas rusos, lamentablemente influido en exceso por su lectura de Walt Whitman.
Y, luego, otro, también del gran Viktor Shklovski, en su libro "Érase una vez":
Tiempo después, un hallazgo. En su poético "Zoo o cartas de no amor", de 1923, el autor ruso Viktor Shklovski ubica como epígrafe del libro un largo poema de Jlébnikov, "El Serrallo", extraído de Sadok sudej, la primera antología de los futuristas rusos, lamentablemente influido en exceso por su lectura de Walt Whitman.
Y, luego, otro, también del gran Viktor Shklovski, en su libro "Érase una vez":
«El grupo recién se estaba
formando. Después adquirió el nombre de Budletian (de la palabra budu [¡Ups!].* Ellos publicaron el librito Una bofetada al gusto del público. En
este libro salieron por primera vez las fechas-cifras de Jlébnikov.
Estaban escritas en columnas: se suponía que las fechas se diferenciaban
entre ellas por el número 317, solo o multiplicado. La última línea del
trabajo decía: "Alguno... 1917".
Me encontré en una velada con el silencioso Velemir Jlébnikov, vestido de larga levita negra abotonada hasta el cuello.
Me encontré en una velada con el silencioso Velemir Jlébnikov, vestido de larga levita negra abotonada hasta el cuello.
–Las fechas del libro –le dije yo–
son los años de la ruina de grandes Estados. ¿Usted considera que nuestro
imperio se destruirá en el año 1917? (Una
bofetada… fue publicado en 1912).
Jlébnikov me contestó casi sin mover los labios: –Usted fue el primero que me entendió. »
Jlébnikov, hijo de un famoso orientalista, define así a la poesía: "Una línea de verso es el movimiento, o danza, de una figura que entra por algunas puertas y sale por otras."
Jlébnikov me contestó casi sin mover los labios: –Usted fue el primero que me entendió. »
Jlébnikov, hijo de un famoso orientalista, define así a la poesía: "Una línea de verso es el movimiento, o danza, de una figura que entra por algunas puertas y sale por otras."
"Ahí", comenta el genial
Shklovski, "yace toda la indeterminación y la riqueza del arte. El hombre
vive en el mundo, pero primero y principal él vive en el mundo de las
palabras.
Jlébnikov hablaba acerca de la maravillosa transgresión de los niños. La rima, pero tal vez no solo la rima, toda la poesía, puede preceder al mundo, puede ya vivir en los labios de un niño tan pronto como este empieza a balbucear, a darse cuenta de que los sonidos pueden articularse".
Jlébnikov hablaba acerca de la maravillosa transgresión de los niños. La rima, pero tal vez no solo la rima, toda la poesía, puede preceder al mundo, puede ya vivir en los labios de un niño tan pronto como este empieza a balbucear, a darse cuenta de que los sonidos pueden articularse".
Otros libros en castellano
Irina Bogdaschevski: Simbolistas Rusos. Sergio Arcos Editor, 2006.
V.V.A.A. Cinco poetas rusos. Norma, 1995.
Jorge Bustamante García. El instante maravilloso. Poesía rusa del siglo XX. Unam, 2004.
V.V.A.A. Diez poetas rusos del Siglo de Plata. Ceal, 1983.
Viktor Shklovski. La tercera fábrica. Érase una vez. FCE,
2012.
Laura Estrin. Literatura rusa. Acerca de Biéli, Blok, Gorki, Bábel, Shklovski, Tsvietáieva, Jlébnikov, Platónov y Dovlátov. Letranomada, 2013.
Gracias por esta maravill! Ciela Asad
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