No es motivo de esta breve nota desplegar el panorama de la historia que ha hecho de la primera república libertaria de América Latina, Haití, una supuesta Nada en proceso. Una Nada vecina de Cuba, una Nada vecina de los EE.UU. Una llamativa Nada del Caribe.
Lo que sí pretendemos aquí es mostrar cómo se pone en marcha hoy uno de los engranajes de la hipocresía que ampara la violencia capitalista e imperialista, activado (entre otros) por una "agencia de noticias" argentina disfrazada de "periodismo independiente".
Un periodista de Todo Noticias (¿acaso habrá que rebautizarla "Nada Noticias"?), del Grupo Clarín, ha expresado como pocos esta amenaza imperialista para Haití: la Nada. No una nada metafísica o filosófica, sino una Nada de impecable construcción, a tono con los altos niveles de sofisticación tecnocientífica: una Nada que no se logra con mera y pura nada universal, sino con una concertada acción "desaparecedora" en el laboratorio de la intervención imperialista.
Ayer, sábado 16 de enero de 2010, ante millares de televidentes, un Lobo disfrazado de cordero ha declararado a Haití una Nada en ciernes. Ha dicho Guillermo Lobo, el periodista argentino de marras (y está filmado*): "Prácticamente tenemos que hablar de la desaparición [sic] de una Nación. Es posible que Haití desaparezca [sic] como país tal cual lo conocemos y surja un protectorado de la ONU , un Comisionado internacional; pero mientras tanto, mientras se habla de cientos de miles de muertos, hay un hospital de la República Argentina , es un hospital reubicable que tuve la oportunidad de conocer en el año 2007, que está ubicado a diez kilómetros nomás de lo que era la casa de gobierno... (...) Fue el único centro de salud que quedó habilitado... –fíjense, todavía siguen llegando imágenes a través de cadenas internacionales– ... atendiendo a la gente en las calles... [Y afirma, señalando el monitor:] Esto es Haití: es la nada [sic]. Una chica tirada, la desesperación. Lo único que tenían, en cuanto ocurrió el terremoto, fue dirigirse al hospital reubicable de la Fuerza Aérea argentina, el hospital reubicable del Estado Mayor Conjunto. [Y señalando uno de los hospitales haitianos destruidos:]Éste era uno de los hospitales, miren lo que quedó: nada".
Así, en apenas trece líneas el hombre ha logrado apilar estas crueles palabras disfrazadas de conmiseración: "desaparición", "posible que desaparezca", "nada", "nada", "nada". En un mundo capitalista que muestra a cada paso su inviabilidad como generador de vida digna, el periodista le cuelga un cartelito al pueblo haitiano: Inviable.
El escueto e interesado "informe" continúa halagando a los médicos y a los cascos azules argentinos (tropas de ocupación) y finaliza con un saludo a la bandera "humanística" internacional: "... Tener en cuenta que en nuestro planeta se vendrán nuevas calamidades, nuevos terremotos... Y que el tema de la salud pública, va a ser todo un desafío...".
"Tenemos que hablar de la desaparición de una Nación", expele este oráculo con corbata. Nunca tan claramente expresado el quid de los imperialistas desaparecedores de seres: su aspiración suprema es seguir ejerciendo sin cortapisa su ejercicio de desaparecedores de pueblos (Palestina, Kurdistán, entre otros; ahora Haití), es decir, su práctica de aniquiladores, de genocidas, a tono con sus criminales intereses mediatos e inmediatos.
¿Cómo encontrar las palabras que nos lleven directo contra el corazón de esta trampa mortífera? En verdad, no sirven las palabras, si todo se reduce a sólo enunciarlas.
Las acciones interesadas de los mandantes capitalistas están señalando para los casi diez millones de haitianos (ocho millones de ellos empobrecidos de gravedad) el camino "posible" de la de-nacionalización definitiva: el camino hacia la Nada programado en nombre de la Libertad y la Democracia : "Estaremos aquí hoy, mañana y previsiblemente en el futuro", "Haití puede regresar más fuerte y mejor en el futuro", acaba de afirmar Hillary Clinton, la demócrata secretaria de Estado. Y a continuación Obama sentencia lapidario: "Es uno de los momentos que piden el liderazgo de los Estados Unidos".
Cuando todavía se apilan los cadáveres por todas partes y en torno del cementerio destruido; cuando aún ni siquiera han sido atendidas las más elementales heridas físicas y anímicas de millones; cuando incluso personal de las Naciones Unidas denuncia que no tiene bolsas plásticas para tantos cadáveres y resulta casi imposible coordinar la ayuda; y mientras millones de seres humanos deambulan por las calles y caminos sin atención ni techo ni pan ni agua para las próximas horas, el presidente de Francia (potencia envuelta en la bandera de los Derechos Humanos y una de las principales responsables históricas del padecimiento haitiano) ya reclama, a viva voz, la "reconstrucción conjunta" de Haití, es decir, el reparto estratégico de las sobras.
Queda así planteada una disyuntiva de hierro: sin una gran lucha unitaria y revolucionaria de liberación, que cuente con la solidaridad y el compromiso de los trabajadores conscientes de todo el mundo, la vida del pueblo haitiano quedará sellada: la absoluta Sumisión, o una de las muy concretas formas de la Nada imperialista.
(17 enero 2010)
Alberto a. Arias
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