martes, 30 de junio de 2020

La lucha contra la segregación racial en un escalón sin precedentes

[por Norberto Malaj]


En EE.UU. y a escala mundial



[Estados Unidos de Norteamérica en 2016.]


    Desde un principio advertimos el alcance inmenso del levantamiento popular de EE.UU. Nos opusimos a darle el carácter de “protesta” [“Estados Unidos: ¿es una ´protesta´? No, es unarebelión popular”, el 3/6/2020 ] contra la opinión reinante en la mayor parte de la izquierda.
    Ahora, Douglas McAdam, un especialista en el estudio de cuestiones raciales de EE.UU., lo confirma: “Nunca antes habíamos visto protestas como estas”, tituló un trabajo de Jacobin, la principal revista de la izquierda de EE.UU. (22/6).
    Lo dijimos antes. El movimiento popular de EE.UU. trasciende todo lo que conoció EE.UU. en la lucha contra el racismo en el pasado. Las movilizaciones contra la brutalidad policial que estallaron a partir del asesinato de George Floyd fueron más allá del gran ascenso de la lucha anti-racial de los años ´60. Puso de relieve, sobre todo, la enorme frustración de ese movimiento civil y hasta qué punto empalma con reivindicaciones democráticas y sociales que van mucho más lejos que la ´cuestión negra´ en EE.UU.
    A partir del examen de tres semanas de movilizaciones, Douglas McAdam confirma que por su amplitud demográfica y racial los negros, a escala nacional, sólo fueron el 12% de sus participantes. La gran mayoría de los manifestantes fueron blancos (el 61%). Las otras minorías se reparten el resto. Las movilizaciones “tuvieron lugar en los cincuenta estados” de la Unión, “en ciudades pequeñas y abrumadoramente blancas como Overland Park, Shawnee y Olathe”.
    Sólo por esto, el movimiento actual ya ha sido infinitamente más vasto y contundente que el movimiento de los años 60. “Cuando se considera que las principales campañas y acciones durante el apogeo del movimiento a principios de los años 60: las sentadas en 1960, Freedom Rides en 1961, Albany en 1962, Birmingham en 1963, Selma en 1965 - todo tuvo lugar en el sur, y prácticamente todos los sureños blancos se opusieron implacablemente a la amenaza que representaba el movimiento para ´la forma de vida del sur´” (idem). Ahora el movimiento tuvo un alcance nacional vastísimo y multirracial.
    La sublevación de EE.UU. tiene un alcance histórico. Maduró largamente tras la creciente militarización de las policías estaduales y el reforzamiento represivo y carcelario, que se dirigió especialmente contra los negros. La población carcelaria de EE.UU. es la más alta del mundo: se acerca a los 3 millones; con una altísima proporción de gente de color.
    Los antecedentes de la rebelión fueron in crescendo. Trump no hizo más que echar sistemáticamente leña al fuego: cuando Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano y activista por los derechos contra la segregación racial, se arrodilló cuando se cantaba el himno de EE. UU. en una cancha, el 1 de septiembre de 2016, la NFL (la AFA yanqui) por indicación de Trump lo sancionó y nunca más pudo volver a jugar profesionalmente. Desde entonces el repudio a ese himno como manifestación contra el racismo en EE.UU. se extendió del fútbol a otros deportes, donde los negros sobresalen. Ahora ¡la NFL ha pedido perdón a los jugadores negros!

Alcance mundial

    Este mismo fenómeno se replicó a escala planetaria. En Inglaterra los bancos centenarios que financiaron la trata de esclavos están todos haciendo cola para pedir “disculpas” y sacando las estatuas de los directores del pasado en sus inmaculadas sedes centrales. “Barclays, HSBC y Lloyds entre los bancos del Reino Unido que tenían vínculos con la esclavitud” tituló The Guardian (18/6). “La trata de esclavos fue abolida en el Imperio Británico en 1807, pero no fue hasta 1833 que la Ley de Abolición de la Esclavitud finalmente prohibió la propiedad de otros seres humanos… (pero) 46.000 propietarios de esclavos continuaron beneficiándose financieramente ya que la Ley de Compensación de Esclavos posterior proporcionó £ 20 millones en pagos, una suma de miles de millones en términos de 2020. A pesar del nombre del acto, los antiguos esclavos no fueron compensados. El proyecto Legacies of British Slave Ownership de University College London muestra que entre el 10% y el 20% de los ricos de Gran Bretaña tuvieron vínculos importantes con la esclavitud. La cantidad de dinero prestada para pagar a los propietarios de esclavos fue tan grande que el gobierno solo la pagó por completo en 2015” (idem).
    Es contra todo esto que ahora se liberaron energías extraordinarias a escala mundial. La opresión o cuestión colonial y/o racial que medio planeta parece ´descubrir´ es una reacción no por un ´pasado´ remoto sino por los efectos presentes de esa opresión. Es lo que expresa la rebelión, especialmente de los jóvenes –y en particular de las minorías más explotadas– de los países imperialistas, como ocurrió en Inglaterra y Bélgica y hasta en Australia, donde por primera vez en la historia la causa de sus pueblos originarios ha sido tomada por las grandes masas de ese extensísimo país-continente. La caída de las estatuas de los Churchill, de los Rhodes y los Leopoldo II, en Inglaterra y Bélgica; como de Colón y Juan de Oñate en todo el continente americano, como de tantos otros ´civilizadores´, no es obra de vándalos ignorantes sino de los hijos y nietos de aquellos que sufrieron la esclavitud y el colonialismo-imperialista hasta poco tiempo atrás y hoy se elevan para luchar por sus derechos.
    La tesis conservadora de buena parte de la izquierda que no daba tres guitas por la rebelión norteamericana, que no ve más que ´planchazos´ por doquier (¡y encima nos ´cayó´ la pandemia!) se ha hecho trizas. Tras la resignación de Sanders a su pre-candidatura presidencial la izquierda democratizante (Jacobin era uno de sus principales exponentes) había dado por cerrada toda perspectiva a las masas yankis; la “iniciativa” –dijo un ex diputado del FIT-U, ya iniciada la rebelión– era de Trump! Jorge Altamira dio en el clavo semanas atrás cuando dijo que estamos en presencia de “la rebelión contra la brutalidad policial y contra el racismo, más extendida de la historia”.

Dimensión histórica


                                            [Escena de la batalla de Vertieres, Haití, del 18 nov 1803,
                                           cuando un ejército de ex-esclavos se enfrentó y derrotó al
                                            ejército colonialista francés.]

    Junto a la explotación de los aborígenes del ´nuevo mundo´ la esclavitud de la época ascendente del capitalismo, aquella que arrancó más de 12 millones de africanos del continente negro entre los siglos XVI y XIX, constituyeron los dos cimientos fundantes de la llamada ´acumulación primitiva´ de la burguesía moderna. Si bien el trabajo asalariado desplazará más tarde definitivamente al trabajo esclavo, este fenómeno abonó como ningún otro la era del despertar del capital. La industria textil inglesa se abastecía de las plantaciones esclavistas de las 6 ó 7 ex colonias más ricas de los ´nuevos´ EE.UU. que proveían de algodón a Manchester. La naciente industria francesa de fines del siglo XVIII se sostenía en la caña de azúcar de Santo Domingo, la colonia esclavista más próspera del planeta en aquella época.
    Desde la Virginia de los ´padres fundadores´ de EE.UU. al Brasil, primero portugués, luego imperial hasta casi fines del siglo XIX; la fuerza de trabajo esclava no tributó ni abonó a la vieja sociedad feudal sino a la sociedad capitalista naciente. La tesis menchevique-stalinista que sostuvo ese disparate, buscó siempre colocar la lucha racial y/o anticolonial en el marco de la defensa de la ´democracia´. Nada más contra-revolucionario en la época del imperialismo, de guerras y revoluciones. Tras esa premisa se le cortaban las alas al movimiento racial y anticolonial en todos lados, y se buscaba estrangular al proletariado entregándolo a manos de la supuesta burguesía ´progresista´.
    De Haití a EE.UU., de Brasil a Jamaica, la esclavitud vino a afirmar el orden de la burguesía. Las monarquías absolutas de Francia e Inglaterra, principalmente, luego de Portugal y España, alentaron la esclavitud moderna como vehículo de los intereses de la moderna burguesía. La esclavitud fue abolida no por obra de la ´voluntad democrática´ de la burguesía sino en su contra y como fruto de las disputas inter-capitalistas del moderno mundo burgués. El movimiento abolicionista en los principales países del mundo se impuso contra la burguesía, no alentado por ésta.
    Inglaterra se opuso a la independencia de sus colonias americanas no en nombre de la libertad de los negros, sino para preservar sus grandes dominios reales y la esclavitud. Más allá de que los ´padres fundadores´ de EE.UU. fueron mayormente esclavistas se levantaron contra Inglaterra en nombre de la libertad y abrieron cauce al desarrollo capitalista farmer, el más vigoroso que conociera la historia del capitalismo donde alcanzó su cénit tras la guerra de secesión.
    Inglaterra tras la revolución norteamericana reforzó todos sus dominios esclavistas, especialmente en América Latina, como ocurrió en Jamaica y Guyana (al mismo tiempo que colonizaba la India, donde dada su inmensa población aborigen, no implantó la esclavitud pero llevó allí decenas de miles de africanos que sirvieron de capangas de la población india). En 1807 Inglaterra abolió formalmente la esclavitud (aunque en verdad esclavos en Inglaterra hubo hasta bien avanzado el siglo XIX). En 1812 fue de nuevo a la guerra contra EE.UU. para quebrarlos. Cincuenta años después la Inglaterra victoriana se colocó en el campo de la Confederación esclavista del Sur contra los EE.UU. de Abraham Lincoln en defensa de la industria textil manchesteriana que se abastecía de algodón del sur de EE.UU. La Primera Internacional, bajo el liderazgo de Marx y Engels, dejó enseñanzas fundamentales de internacionalismo proletario negándose a colocar, tras la propaganda de la burguesía imperialista que esgrimía la defensa del ´trabajo´ inglés. La causa de la lucha contra la esclavitud debía ser abrazada también por los obreros ingleses, contra la extorsión de sus industriales.
    Haití tuvo el honor de iniciar el movimiento de independencia nacional de América latina antes que nadie, reuniendo en un solo puño la lucha por la emancipación nacional y por la primera república negra del mundo. La mayoría de nuestros criollos fueron muy cobardes ante el movimiento independentista posterior atento a los acontecimientos haitianos. Lo mismo vale para la conducta de los nacientes Estados Unidos de Norteamérica, cuya conducta ante el proceso independentista latinoamericano, desde la gesta de Toussaint L´Ouverture hasta el movimiento de Francisco de Miranda primero, y de Bolívar después, fue absolutamente conservador –temerosos de que los estados esclavistas del sur norteamericano simpatizaran con la causa de la jóven república negra.
    El movimiento multirracial contra la brutalidad policial del presente, abreva en la lucha de los Espartacos de todas las épocas. El odio contra las estatuas de Colón y Churchill simboliza el combate de nuestros oprimidos desde Tupac Amaru contra todos los agravios de la era del capital, para terminar con todas las deudas desde Baring Brothers a los Blackrock.

"Racismo y supremacía blanca pecado nacional" de EE.UU.

    Del puñado de naciones más avanzadas todas las cuales pasaron por la esclavitud y la opresión racial ninguna hizo de la cuestión racial y del “supremacismo blanco” una cuestión tan central como EE.UU. Si La revolución de independencia de EE.UU., episodio fundamental de la era de las revoluciones burguesas, no rozó el dominio de la esclavitud (ésta alcanzó su mayor esplendor en los 50/60 años posteriores), a su manera tampoco la Guerra de Secesión y la abolición de la esclavitud liquidaron las enormes desigualdades entre negros y blancos.
Esto no sólo fue así en los estados de la frustrada Confederación. Dice Alexandra Villarreal (The Guardian, 30/6): en EE.UU. se pagan “tributos a (su) pasado, incluso cuando se eliminan las estatuas confederadas y las marcas comerciales reconsideran los estereotipos raciales”. Quien recorra EE.UU. se preguntaría dos veces quien ganó la Guerra de Secesión: hay “casi 800 estatuas y monumentos confederados” (idem).Esos monumentos “se erigieron décadas después de que terminó el conflicto, como ´un recordatorio para que las personas negras y marrones recuerden su lugar´, dice Alvita Akiboh, profesora de Historia en la Universidad de Michigan (idem). EE.UU. “venera a personajes profundamente defectuosos… Muchos de los padres fundadores, incluidos George Washington y Thomas Jefferson, eran dueños de esclavos, a pesar de la poética acerca de cómo la institución era una ´depravación moral´. Incluso Benjamin Franklin, venerado como uno de los primeros abolicionistas, fue propietario de esclavos durante gran parte de su vida y publicó anuncios vendiendo esclavos en su periódico” (idem). “El himno nacional fue escrito por Francis Scott Key, un propietario de esclavos que abusó de su autoridad como fiscal de distrito para perseguir a los hombres negros y a los abolicionistas” (idem).
“Incluso Mickey Mouse, un componente básico de la cultura norteamericana muy apreciado, saltó a la fama en 1928 con una melodía de minstrel de cara negra…´. El racismo y la supremacía blanca es nuestro pecado nacional´", dice Karen Cox, profesora de historia de la Universidad de Carolina del Norte.

´Africanización´ de la humanidad

    La ´descolonización´ de África, en la última posguerra, fue presentada por la democracia imperialista y más de un ´izquierdista´ como el resultado de la ´humanización´ del mundo del capital. Bien mirada, la ´descolonización´ del continente negro no solo fue la más mezquina de todas las transiciones del mundo colonial al moderno mundo de las semi-colonias y estados esclavizados por el FMI, el Banco Mundial y las naciones imperialistas. África ha sido el asiento de la peor pandemia que conoció la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial: la tragedia del HIV-SIDA que diezmó a varios países africanos y dejó en el continente un tendal de más de 40 millones de muertos. A esto le siguió el ébola, que encontró en África también su asiento por excelencia.
    África simboliza la barbarie de la época de descomposición capitalista hace mucho tiempo, es mucho más que eso: es el espejo en que se mira hoy toda la humanidad.
    La lucha contra la barbarie de la brutalidad policial de los negros en EE.UU. es por todo esto una causa universal del proletariado moderno. La única lucha anti-racial consecuente es aquella que une la lucha contra la opresión racial y/o colonial a la lucha anticapitalista, por el gobierno de los trabajadores, por el fin de la explotación del hombre por el hombre.

                                                                                                                               (28 junio 2020)


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