sábado, 13 de febrero de 2021

«Sudáfrica: ¿Apartheid de vacunas?»

 [por Norberto Malaj]


[Foto EFE/EPA / KIM LUDBROOK.]

 

    Así se titula una declaración de la Federación Sudafricana de Sindicatos que publica The Bullet de Canadá (30/1). La declaración denuncia que “Sudáfrica es el país más desigual del mundo. Nuestro (los) sistema (s) de salud simbolizan esto con la mitad de nuestro gasto en salud que atiende solo al 16% de la población. La otra mitad cubre el 84% de nuestra gente, principalmente la clase trabajadora pobre y negra”.

     “Se estima que el número de muertos de Sudáfrica, del 6 de mayo al 8 de diciembre de 2020, se situó en 60.000 si se tiene en cuenta el exceso de muertes. Sin duda, la aparición de la nueva variante mucho más transmisible seguirá abrumando nuestro servicio de salud. Mi propia estimación —dice la activista Rehad Desai—, dada la combinación de tasas de infección más altas y un servicio de salud colapsado, a menos que instituyamos un programa de vacuna masivo, las muertes en 2021 podrían duplicar, posiblemente triplicar, el número de muertes que hemos experimentado en 2020” (ídem).

    La declaración sindical denuncia que el monopolio privado de las grandes farmacéuticas, antes aún de la pandemia, provocaba que “un millón y medio de personas mueren anualmente por falta de acceso a las vacunas, mientras que decenas de millones de niños todavía no tienen acceso a la inmunización. El fallo del mercado de las vacunas se ve confirmado por el hecho de que, tan recientemente como en 2017, los países de ingresos bajos a medianos (PIBM) representaron el 79% del volumen de ventas de vacunas del mercado mundial y, sin embargo, eran solo el 20% del valor total real”. En este sentido la declaración denuncia lo que es vox populi: “A fines de 2020, la cifra mundial confirmada de muertes por COVID-19 ascendía a más de 1.8 millones de personas; pero la mayoría especula que, lamentablemente, el número real es mucho más alto —tal vez tres millones si se incluyen las muertes ´en exceso´”. La SAFTU reclama poner fin a las leyes de patentes que consagran el principio de priorizar el beneficio del capital”. La declaración recuerda la trágica experiencia de Sudáfrica y todo el continente negro con el Sida, cuando las grandes farmacéuticas se negaron a distribuir “los medicamentos antirretrovirales para el VIH que provocó la pérdida innecesaria de cientos de miles de vidas en las décadas de 1990 y 2000”.

    En Sudáfrica está en marcha una campaña para que el país “ajuste sus leyes de patentes a la Constitución, que brinda a ´todos el derecho de acceso a los servicios de atención médica´… la campaña Fix the Patent Laws ha contribuido sin duda a informar la moción conjunta de Sudáfrica con la India que pide una exención del acuerdo ADPIC a la OMC lo que permitiría compartir la propiedad intelectual en torno a las vacunas COVID-19. La moción cuenta con el apoyo de 140 países, pero tiene la oposición de un club de naciones que siguen dominando el mundo y que están acompañadas de aliados como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro y cuya resolución parece poco probable”.

    Contra lo que la burguesía mundial hace creer, la declaración destaca el rol parasitario de los grandes monopolios medicinales: “Las grandes farmacéuticas solo participan en la investigación y el desarrollo (I + D) de vacunas y tratamientos terapéuticos para enfermedades que son más frecuentes en los países más ricos y / o requieren un tratamiento repetido. Estos medicamentos a menudo son muy costosos y se limitan a aquellos con atención médica privada o en los hospitales del sector público donde los estados nacionales pueden pagar los tratamientos. Las grandes farmacéuticas, en este contexto, han actuado para frenar los revolucionarios avances tecnológicos biomédicos al alcance de la sociedad. En la brecha han intervenido las universidades, los Institutos Nacionales de Salud y los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. (CDC). Estos han sido pioneros en I + D médico, quizás de manera más prominente que los estados” (ídem).

    “SAFTU advierte al Tesoro sudafricano que deje de frustrar los esfuerzos para proporcionar vacunas”, denuncia la declaración. “¡Impuestos a las empresas y a los ricos!” reclama SAFTU e “insiste en revertir los recortes de impuestos corporativos, poner fin a las lagunas absurdas y restablecer la tasa impositiva primaria a donde estaba en 1992: 52% (frente al 28% actual). La tasa impositiva personal del 45% que pagan los ricos no es lo suficientemente alta para lograr la redistribución, dados los enormes beneficios que reciben de los privilegios residuales del apartheid, incluida la mano de obra ultrabarata en sus hogares, jardines y fuerzas de seguridad privadas”.

 

(1º febrero 2021)

 

 


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