lunes, 5 de octubre de 2020

EE.UU.: A 30 días de uno de los comicios más inciertos y decisivos de la historia

[por Norberto Malaj]




    No es que los comicios norteamericanos, por sí mismos viciados y perversos, expresen la “voluntad popular”. Más aun que otras “democracias”, históricamente los comicios de los EE.UU. traducen esa voluntad de modo muy relativo e incluso más deformado.

    Antes aun que Trump la adulterara y degradara hasta el infinito, la “democracia” yanqui, vía el régimen de Colegio electoral —un sistema casi desechado en el mundo entero por antidemocrático—, un sistema de reparto de los electores por estado completamente arbitrario, o el derecho de cada legislatura a adulterar a piaccere los resultados, transformaron los comicios yanquis en un torneo de obstáculos, donde el capital por diferentes vías —incluida la Corte Suprema, el más conservador de todos los poderes— impone su voluntad. Se birló así, en forma alevosa, la victoria a Al Gore en 2000 y a Hillary Clinton en 2016, cuando sacó casi 3 millones más de votos que Trump.

    A todo esto Trump ha sumado ahora, por un lado, un llamado a adulterar y violentar el voto por correo (este año por la pandemia puede ser aluvional) en una serie de estados; por el otro, viene organizando hace rato a través de grupos supremacistas un asalto a los lugares de votación el propio 3 de noviembre. El hombre (y lo que representa) son conscientes de que no sólo las encuestas le son adversas. La única vía para torcer la voluntad popular es por la fuerza. En esto, la superioridad de Trump sobre Biden y el partido demócrata es pasmosa.

    Con Trump viene ocurriendo lo mismo que con la economía capitalista, en particular la yanqui. “El 19 de febrero” —como recuerda el último outlook del J. P. Morgan, que acaba de salir del horno— el S&P 500 alcanzó su nivel máximo de todos los tiempos y parecía que la economía mundial estaba a punto de acelerarse”.

    Desde entonces el desplome de la economía yanqui ha sido imparable. “A medida que el mercado ha ido repuntando —dice el J. P. Morgan—, las noticias económicas no han mejorado notablemente. Durante la actual crisis, la actividad económica mundial se ha desplomado hasta niveles muy por debajo de los vistos durante la crisis financiera Mundial (2008/9). En Estados Unidos, se han perdido más del doble de puestos de trabajo que durante la crisis financiera mundial. La demanda mundial de petróleo se encuentra en su nivel más bajo desde 1995. La mitad de las pequeñas empresas de los Estados Unidos están preocupadas por su supervivencia. Se prevé que los beneficios de las empresas de gran capitalización estadounidenses experimenten un retroceso que rondará el 25% (e incluso mayor enel resto del mundo desarrollado)”.

    Exactamente para febrero pasado la reelección de Trump era indiscutible. La precandidatura de Biden no levantaba vuelo y el establishment demócrata discutía su reemplazo dado el ascenso imparable de su contrincante ´socialista´, Sanders. Sleepy Biden, sin quererlo ni hacer demasiado, con la ayuda sí de Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez, no sólo resucitó sino que ahora pareciera ser número puesto, según estarían registrando varias fuentes de los “mercados”, tal como lo expresan los cables de agencias como Reuters. Según esta, justo tras el anuncio de contagio de covid de Trump, “la compañía de apuestas en línea Betfair suspendió las apuestas sobre el resultado de las elecciones. Betfair le daba a Biden una probabilidad de victoria del 60% después del debate” presidencial (La Nación, 3/10).

    Este “nuevo factor de nerviosismo para unos mercados ya alterados” (ídem) hace temer un nuevo ´martes 13´ en los próximos días: esto es, un nuevo derrumbe bursátil como el de marzo pasado, el desplome una vez más del petróleo y de otras materias primas y la entrada de la economía mundial en un estado comatoso. Por lo pronto la demanda de oro y su precio se han ido por las nubes, el capital dejaría de operar como tal y busca “refugio”. Cualquier semejanza con el catastrofismo que pintaba Lenin en su famoso “Imperialismo” y otros escritos, 103 años atrás…

    La “democracia” norteamericana es tan perversa que, cuando se escriben estas líneas, a casi 48 horas de la confirmación del contagio de covid del último de los ´tres mohicanos´ del desprecio del virus, el único que hasta ahora parecía inmune, su morador de “la Casa Blanca —dice un especialista en derecho constitucional de EE.UU— (ésta) no está obligada a divulgar información sobre la salud del presidente” (ídem). La eventual enfermedad de Trump, una convalecencia duradera y/o su muerte antes o después de los comicios, plantea escenarios todos apocalípticos: ni cuando la muerte (asesinato) de Kennedy, ni cuando la renuncia de Nixon, se planteó una crisis de esta magnitud. Ni hablar si el Congreso yanki debiera declarar a Trump no apto para el ejercicio del cargo.

    Aunque parezca mentira quienes se presentan más aterrorizados ante estos escenarios son quienes debieran tener más claridad, en particular en el campo del movimiento obrero y la izquierda: “United front or bust” (Frente único o bancarrota), escribió en The Indypendent, Ethan Young, de Left Labor Project de Nueva York y de los Demócratas Socialistas de EE.UU., que se referencian en Jacobin. “Nos enfrentamos a la clara posibilidad de una elección presidencial en la que el voto popular será irrelevante, como lo fue en 2016. Ni siquiera podemos estar seguros de que el Colegio Electoral será relevante, si Trump hace un hash del proceso de votación y los otros poderes fácticos juegan a la zarigüeya, como lo han hecho en otras ocasiones”. ¿Entonces? Hay que apoyar al Partido Demócrata nos dicen estos socialistas, a un Biden que está a la derecha incluso de Hillary Clinton.

    La peor bancarrota sería apoyar a Biden. La clase obrera norteamericana y mundial se enfrenta a una encrucijada histórica.





 

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