lunes, 6 de julio de 2020

«Trump se ha vuelto loco» y «ve el asedio de la izquierda» sobre EE.UU.


4 de julio: En el aniversario 244 de su independencia




    EE.UU. ha sido para los defensores del capitalismo el ´modelo´ indiscutido. La única democracia que jamás fue transgredida, aunque con certeza es una de las más conservadoras, clasista y racial. Desde la protesta de los mártires de Chicago EE.UU. fue sacudido por grandes huelgas, crisis mayúsculas como la del ´30, pero desde la Guerra de Secesión no ha conocido una situación revolucionaria en su historia, esto hace ya más de 150 años. Se trata de una excepcionalidad que sólo debe compartir con Suiza, el paraíso fiscal por excelencia. Un contraste evidente, por un lado, con los sacudones, crisis y guerras que conocieron otras naciones imperialistas y la absoluta totalidad del mundo colonial y semi-colonial, y por el otro, especialmente con situaciones revolucionarias que conoció el resto del planeta en esta época imperialista desde 1914 por lo menos.
    Pues bien. Parece que esto va camino a cambiar definitivamente. Así lo indican por lo menos declaraciones de estos días de un ex director de la CIA y del propio Trump. Leon Panetta, “quien sirvió en varias administraciones bajo nueve presidentes de EE.UU.”, dijo que “Trump se ha vuelto loco” (The Guardian, 2/7). Panetta reaccionó así, como muchas figuras del propio establishment republicano, ante el negacionismo de Trump de cara a la catástrofe de la pandemia de Covid-19 en los propios EE.UU. “Las infecciones superaron las 50.000 el miércoles por primera vez, un máximo histórico, y están aumentando significativamente en 40 estados, de los cuales más de una docena se han visto obligados a frenar los planes de reapertura. Las camas de hospital y la capacidad de pruebas están bajo tensión”, dice The Guardian. O sea, que EE.UU. ya se parece a Ecuador, Chile o Brasil. Según Panneta “Tenemos un presidente que no está dispuesto a ponerse de pie y hacer lo que sea necesario para liderar a este país en tiempos de crisis importantes. Nunca he tenido un presidente que haya evitado esa responsabilidad" (idem).
    La segunda declaración es del propio Trump. En vísperas de la independencia de EE.UU., Trump celebró un acto público frente a las monumentales estatuas a los próceres de EE.UU. del Monte Rushmore, en Dakota del Sur. Para su realización Trump despreció, por un lado, que “en el condado de Pennington que rodea el Monte Rushmore los contagios se han más que duplicado en el último mes”; por el otro, hizo lanzar fuegos artificiales, “los primeros desde 2009 contrariando preocupaciones ambientales y temores de incendios forestales” en la zona; por último, “difícilmente (los asesores de Trump) podrían haber elegido un momento y lugar más incendiarios”: esos terrenos de Dakota del Sur son reclamados por nativos americanos quienes se movilizaron para repudiar a Trump. Dichas tierras “fueron tomadas del pueblo lakota en contra de los acuerdos de un tratado y objetando que Trump celebrara la independencia estadounidense en su terreno sagrado” (The Guardian, 4/7).
    Con este escenario detrás, Trump lanzó el más furioso ataque contra la ola de movilizaciones que vivió recientemente EE.UU. y declaró que EE.UU. está “bajo asedio de un nuevo fascismo de extrema izquierda”. Dijo Trump: “En nuestras escuelas, nuestras salas de redacción, incluso en las juntas corporativas, hay un nuevo fascismo de extrema izquierda que exige lealtad absoluta. Si no habla su idioma, realiza sus rituales, recita sus mantras y sigue sus mandamientos, entonces será censurado, desterrado, incluido en la lista negra, perseguido y castigado". “Haciendo un gesto a la abrumadora multitud blanca –informa TheGuardian–, Trump agregó: ´No nos va a pasar´. ´No se equivoquen, esta revolución cultural de izquierda está diseñada para derrocar a la revolución estadounidense´.
    “El presidente –dice The Guardian– no ha mostrado signos de abrazar el estado de ánimo público, sino que se ha aferrado a una respuesta de ´ley y orden´, prometiendo sanciones severas para cualquiera que destruya las estatuas, resistiéndose a los cambios en las bases militares nombradas por generales confederados y retuiteando (aunque luego eliminó) un video en el que un hombre gritó ´¡Poder blanco!´” (idem). Trump se ha opuesto tenazmente ya no sólo a las cuarentenas, sino al uso mismo de barbijos. Según diversas fuentes hasta la cadena Fox le ha soltado la mano.
    El pro-fascista se equivoca. El que va por una contra-revolución cultural, social y política es él transgrediendo los mejores principios de la revolución de independencia de EE.UU.
    En el aniversario 244 de su independencia EE.UU. efectivamente está en vísperas de acontecimientos fundamentales que pondrán en juego si se impone la barbarie de los ´libertarios´ a lo Trump y al lobby de los supremacistas blancos y del “Club del rifle” o se abre finalmente la hora de la izquierda y la revolución socialista en EE.UU.

(6 julio 2020)


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