[por Norberto Malaj]
[Ciudadanos cubanos en 2020.]
El
gobierno de Díaz Canel y Raúl Castro lanzó un paquete de medidas draconianas de
carácter antipopular sin precedentes. El sistema bi-monetario que parió el
“período especial” desaparece (el peso cubano, el CUP, por un lado; el peso
convertible, el CUC, por el otro). La única moneda nacional pasa a ser el CUP
que se devalúa a partir del 1° de enero un 2.400%. Los servicios esenciales
suben otro tanto, mientras los salarios se ´incrementan´ sólo un 400%. Se trata
de una desvalorización brutal de la fuerza de trabajo con el fin declarado de
impulsar un shock de inversiones de capital del exterior y un proceso de
privatizaciones en gran escala, atento al derrumbe económico del país.
Según el
último informe de CEPAL América Latina tendrá en 2020 el peor año económico de
los últimos 120, la mayor caída desde que se llevan estadísticas. Si la
´icónica´ crisis de los años 30 cede su lugar a ésta—por lo menos a escala del
subcontinente—; en lo que hace a Cuba el golpe tiene características
catastróficas que amenazan con un retorno al “período especial”, cuando Cuba se
desvinculó de la URSS y del ex Comecom y la caída del PBI alcanzó niveles de
menos 25/30% en tres años. Cuba vio caer sus tasas de natalidad como sólo
sufrieron países ante catástrofes naturales en el pasado o frente a guerras; el
deterioro de las condiciones de vida alcanzó niveles de paroxismo. Cuba, en
verdad, nunca salió de ese retroceso histórico y es la nación latinoamericana
que tuvo el desarrollo más raquítico entre sus pares en los últimos 30 años.
Es
indudable, además, que la pandemia golpeó a Cuba en forma relativamente más
dura que a otras naciones. En América Latina, el PBI de ninguna otra nación
depende en forma tan desproporcionada del turismo, el cual tuvo un parate casi
total. Aun así hay que señalar lo fundamental: por importante que sea la
incidencia de la pandemia —por supuesto que es un componente central de la
crisis capitalista presente—, de ninguna
manera es su factor decisivo o determinante.
En el
peor momento y en la peor situación
Carmelo
Mesa-Lago, un octogenario economista cubano muy reconocido, partidario de la
“unificación cambiaria” y de las reformas privatistas, se pregunta en un
artículo que escribió para uno de los medios más respetados de la isla —La Joven Cuba (22/12)—: “¿Es este el
mejor momento para la unificación?” (título del artículo). Extraemos un largo
párrafo que ilustra acerca de la situación:
“¿Por qué después de diez años se hace ahora la unificación en medio de la crisis económica más grave desde el decenio de los 90?, ¿por qué no se hizo antes cuando Cuba gozaba una situación mejor?, ¿cuáles han sido las causas de la postergación de esta medida?”.
Carmelo Mesa-Lago sugiere lo obvio: “es probable que la falta de unidad en la dirigencia contribuyera a posponer la decisión”. Para el economista:
“el momento ideal para hacer la unificación y reducir, o al menos controlar mejor sus efectos adversos, hubiese sido entre los años 2012 y 2016, cuando la situación económica de la Isla era mucho más boyante:
La relación económica con Venezuela estaba
en su cima, equivalente al 22% del PIB cubano.
La venta
de servicios profesionales sobrepasó los 8 mil millones de dólares –el primer
ingreso en divisas.
Las remesas externas fueron de 3 mil 445
millones –el segundo ingreso en divisas.
El
proceso de normalización con los EE.UU bajo la presidencia de Barack Obama
resultó en un aumento considerable del turismo estadounidense y el ingreso
bruto de turismo fue de 3 mil 185 millones de dólares –el tercer ingreso en
divisas.
En 2015, el PIB creció 4.4%, su mejor
desempeño desde 2007.
Hubo una
deflación de -2.9% y Cuba estaba conduciendo de manera exitosa sus
negociaciones con el Club de París, que eventualmente le condonó 42 mil
millones en deuda y extendió el pago de la deuda restante hasta 2033.
Por lo contrario, el fin del año 2020
demostró que Cuba estaba sufriendo su peor crisis desde el decenio de los
noventa.
El PIB que había disminuido 0.2% en 2019
–en vez del estimado de la CEPAL de 0.5% positivo–, cayó 11% en 2020, más que
los pronósticos de entre -8% y -10% que habían hecho la CEPAL, The Economist
Research Unit y otros expertos. El promedio
anual del PIB en el período 2016-2020 fue de -1.3% y tomará dos años —asumiendo
un crecimiento adecuado— para recuperar el quinquenio perdido.
El déficit fiscal en 2021 aumentará a
23.3%, el mayor desde el decenio de los 90, debido al incremento de salarios,
pensiones y prestaciones de asistencia social, así como de los subsidios de
precios y a las empresas estatales con pérdidas.
La liquidez monetaria en manos de la
población (M-2) superaba al valor del PIB en 2019 y la cima alcanzada en 1993,
el peor año de la crisis de los 90, y será mayor en 2021.
El índice
de producción industrial que se había recuperado parcialmente desde 2013,
descendió en 2019 y estaba 39 puntos porcentuales por debajo del nivel de 1989.
De entre 22 productos claves en la
agricultura, la ganadería, la pesca/mariscos, la minería y la manufactura en
2019, 19 de ellos descendieron en su producción respecto a 2018, diez estaban
bajo el nivel de 1989 y once eran inferiores a cimas de producción previas.
El valor de las exportaciones en 2019 era
62% menor que en 1989, mientras que el valor de las importaciones era 22% mayor
y el déficit en la balanza comercial de bienes creció 187%. En 2020 hubo una
caída de 30% en las exportaciones y 40% en las importaciones, con lo cual
disminuyó el déficit en la balanza de bienes.
El excedente en la balanza global disminuyó
de 3 mil 719 millones en 2014 a solo 994 millones en 2019 –73% menos– debido a
que el valor de los servicios profesionales –primer ingreso en divisas– mermó
de 13.8% al 7.2% del PIB entre 2012 y 2019 –mayormente por la crisis en
Venezuela y el recorte de sus compras de servicios a Cuba, así como la salida
de médicos de Brasil, Bolivia, Ecuador y El Salvador–.
Las remesas del exterior (segundo ingreso
en divisas) en 2020 estaban 35% por debajo de 2019.
El
ingreso bruto por turismo (tercero en divisas) en 2020 cayó 80% respecto a 2017
(la proyección oficial en 2021 es una merma de 68% respecto a 2017) y la
ocupación de camas hoteleras era sólo 48% en 2019 (debido a la pandemia y las
sanciones trumpistas).
Cuba no pagó su deuda renegociada con el
Club de París en octubre de 2019 y este le ha impuesto una sanción de 9% sobre
el saldo de dicha deuda.
La inversión extranjera directa
virtualmente se paralizó debido al recrudecimiento del embargo de EEUU y la
implementación por Trump del Título III de la ley Helms Burton, que autoriza
reclamaciones judiciales contra compañías extranjeras que han «traficado» con
propiedades confiscadas por el gobierno cubano.
La tasa de participación laboral mermó de
76.1% a 65.2% entre 2011 y 2019, una indicación de un desempleo oculto del 11%.
El salario real –ajustado a la inflación
oficial– era el 53% del valor de 1989, mientras que la pensión real era el 38%,
y la asistencia social disminuyó entre 2005 y 2019 de 5.3 a 1.5 beneficiarios
por mil habitantes y de 2.3% a 0.4% del PIB."
Como se puede advertir el derrumbe cubano es muy anterior a la pandemia. La burocracia castrista persistió sistemáticamente en el desarrollo parasitario de la llamada industria “turística” que en ningún lugar del mundo abrió horizonte a una nación. La inversión inmobiliaria en Cuba —en un país donde el déficit habitacional es señalado como gravísimo por falta de construcciones, por hacinamiento de hasta cuatro generaciones en un mismo inmueble, por el deterioro de las viviendas familiares— se dirigió mayormente en los últimos años a la construcción de nuevos hoteles a pesar de que el flujo turístico viene cayendo sistemáticamente.
Los yanquis castigaron infinitamente más a
Cuba con medidas ´indirectas´ que mediante las llamadas ´sanciones´, que según
varios analistas fueron sorteadas de mil maneras por canales informales. La
oferta turística de los vasallos yanquis del Caribe, con Santo Domingo a la
cabeza, hace rato que dejaron atrás a la ´perla de las Antillas´.
¿De la
asociación limitada con el exilio ex gusano a un salto a la apertura
irrestricta al capital extranjero?
En este
cuadro, la burocracia fue la gestora fundamental de un proceso restauracionista
que se remonta a antes aun del ´período especial´. Lo que éste hizo fue abrir
el proceso que permitió re-vincular al exilio cubano de Miami y EE.UU. con la
isla vía las remesas. Éstas fueron el vehículo de un proceso de acumulación
capitalista que permitió la virtual reconstrucción de una proto-burguesía en la
isla que según diversas fuentes es una especie de brazo testaferro de la
anterior.
Y es este
proceso el que explica el viraje ´anti-gusano´ de buena parte del exilio de
Miami y su asociación de hecho, si no con la burocracia castrista en pleno, con
un ala de esta. Al extremo que ahora han sido voceros de ese exilio y de esa
burguesía cubano-americana los que pusieron el grito en el cielo por los
anuncios de la burocracia de que se abriría de par en par la inversión
extranjera en Cuba, sin restricciones, en prácticamente todas las áreas
económicas, sin siquiera topes de participación para la inversión foránea. La
vieja burguesía cubana teme ahora ser olímpicamente burlada por una asociación
de la burocracia castrista con grandes capitales de otras latitudes.
(26 dic 2020)
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