miércoles, 2 de diciembre de 2020

¿"Habría que repensar el término sionista"?

  [por Norberto Malaj]


14  de mayo 1948 - David Ben-Gurion proclamando la independencia

 bajo un gran retrato de Theodor Herzl, fundador del sionismo moderno



Respuesta a una lectora de Signos del Topo

 

 

“Habría que repensar el término sionista.

Había sionistas socialistas, trotskistas, etc.

Sionista suena como decir todos los judíos. Es como antisemita.

 

Y yo no estaría de acuerdo con poner cuño islámico.

No sé, habría que pensar palabras.

 

Igual que el otro día les decía a unos psi que parecían esotéricos hablando como hablaban.

Es complicado.

Cuño tiene varias significaciones.”

 

 

    Una lectora de Signos del Topo escribió esto a su editor a la luz de un texto nuestro. Nos permitimos una breve reflexión: Coincido con la compañera: yo tampoco “estaría de acuerdo con poner cuño islamista”. Justamente nosotros no pusimos cuño “judío” sino sionista. No es lo mismo. Ciertamente en el pasado hubo sionistas de diversas vertientes. Hoy me atrevo a decir que las cosas se simplificaron mucho. Ya casi no existen “sionistas socialistas” y los famosos kibutz, o han desaparecido o se han transformado en grandes emprendimientos capitalistas y explotan, especialmente, mano de obra palestina.

    Aquellos que tuvieron la ilusión en un sionismo “socialista” descubrieron, tardíamente, que los marxistas siempre tuvieron razón. La ideología sionista —como demostraron Lenin, Trotsky, Abraham Leon y otros— no tiene nada que ver con un “movimiento nacional” como imaginaron Ber Borojov y otros líderes de aquella vertiente, sino que en la historia concreta se develó bajo su faz más cruda.

    Un movimiento ´nacional´ que sólo puede ejecutar sus fines de la mano del imperialismo mundial (nobleza obliga: y de las armas de la ex Checoslovaquia stalinista) expulsando de su tierra a otro pueblo y oprimiéndolo nacionalmente —el pueblo palestino—, no es un “movimiento de liberación nacional” sino lo contrario. Historiadores israelíes (Ilán Pappe y muchos otros) han demostrado que la ´famosa´ “guerra de independencia nacional” (1947/8) fue, sobre todo, una campaña de limpieza étnica contra la inmensa mayoría del pueblo palestino. Esa ´limpieza´ no tuvo obviamente nada de épico, salvo por el hecho de que la ejecutó principalmente no lo que hoy llamaríamos la derecha fascista israelí (el Likud de Netanyahu entonces era el Betar de Jabotinsky y Menajem Beguín) sino el laborismo de Ben Gurión, apoyado incluso por el Hashomer Hatzair, a quienes defendían los partidos Comunistas del mundo entero. Esto lo dijeron en ´tiempo real´ fuentes intachables que simpatizaron con el sionismo como la judeo-alemana Hannah Arendt. Que haya habido hasta ´trotskistas´ que, como dirían los chicos de nuestros días, se “comieron esa galletita” es otra cosa. Ciertamente no fueron ´chicos´ los que sostuvieron eso: no menos del 95% de la intelectualidad de ´izquierda´ mundial, entre otros el ex trotskista Isaac Deutscher fueron ´amigos de Israel´. De paso sea dicho, historiadores israelíes demolieron ya hace rato la “historia oficial” que dice que los kibutz fueron “baluartes del socialismo”: no lo fueron los kibutz que respondían a Betar, pero tampoco los de la “izquierda sionista”. Todos fueron trincheras al servicio de la opresión palestina, de la ocupación y colonización de tierras de campesinos de ese origen que las cultivaban desde tiempos ancestrales.

    En este aspecto las cosas hoy están mucho más claras: hasta la “guerra de los Seis días”, por lo menos, la defensa del pueblo palestino era una causa marginal por la cual nadie daba tres guitas (pocos pueblos en el siglo XX y hasta nuestros días fueron condenados tanto tiempo a una opresión semejante). Según informa estos días la prensa israelí de centroizquierda, lamentándose a su manera, “en Wikipedia, Israel está perdiendo la batalla contra la palabra 'apartheid' ”, titula una nota Haaretz, bajo la pluma de Omer Benjakob, 26/11. El que escribe, siendo muy joven militó en una organización “sionista socialista”. Tras esa guerra ´despertó´. Israel ocupó entonces los llamados ´territorios´ de Cisjordania y Gaza (estaban bajo dominio de Jordania y Egipto, respectivamente), los altos de Golán y toda la península del Sinaí. Con excepción de la última, que Israel devolvió a Egipto, todos los otros dominios Israel los oprime desde entonces de diversa forma o los ha anexado. Ya desde entonces (1967), después de la Nakba de 1947/8, a quienes denunciábamos estos atropellos nos acusaban de antisemitas.

    Hoy está claro que el estado de Israel pacta con confesos antisemitas y totalitarios del mundo entero. Por Yad Vashem, el Centro Mundial para el Recuerdo del Holocausto, desfilaron recientemente Trump, Bolsonaro, Orban, Modi, Duterte, etc. —la flor y nata de la reacción mundial. Hay que decirlo sin pelos en la lengua: sionista no es lo mismo que judío. En defensa del legado libertario del judaísmo, desde Spinoza en adelante —en todos los planos de la vida—, es un deber distinguir al sionismo del judaísmo.

    Como ya dijimos al principio, no nos mezclamos con la propaganda derechista-imperialista que ataca al islamista por “extremista” o le pone el mote de “criminal”. En verdad esas expresiones ocultan más de lo que dicen: ¿o Al-Qaeda no fue una criatura de los yanquis? Ahora bien: si un estado, cualquiera sea éste, emprende una limpieza étnica en nombre de una religión (o de la uniformidad que fuera) habrá que levantarse siempre contra esa “cruzada”. Vale para la que hoy emprende la India contra la minoría musulmana (¡200 millones de almas!); o la que lleva adelante la burocracia china contra los uigures; y, por supuesto, en defensa del pueblo de los mártires de las intifadas.



(1º dic 2020)





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