[por Norberto Malaj]
El último trimestre de 2020 será recordado
como una tragedia para Gran Bretaña. No sólo porque la segunda ola de
coronavirus se cobró varios miles de vidas y colocó nuevamente al país al
frente de las naciones más afectadas de Europa. En la otrora Albión imperial de
Boris Johnson (el Trump europeo) acaba de ‘defaultear’ Arcadia, uno de los
mayores emporios empresarios del país —se trata de la mayor bancarrota
británica de 2020. Dejó en la calle a 17 mil trabajadores. “La economía
británica está hundida en la recesión más profunda en más de tres siglos, y se
espera que la segunda ola del coronavirus y las renovadas restricciones de
bloqueo pesen sobre el crecimiento en los últimos tres meses del año”, dice
Richard Partington, analista económico de The
Guardian (1/12). El imperialismo de la ex gran potencia marítima europea y
mundial buscó el Brexit en la expectativa de recuperar la ‘prosperidad’
perdida. El resultado está a la vista.
En forma curiosa, sin embargo, la Bolsa de
Londres, “registra el mejor índice FTSE 100 desde 1989 tras las esperanzas que
despiertan las vacunas contra el Covid. El índice de acciones de empresas
líderes del Reino Unido aumentó en más de £ 180 mil millones en noviembre”
(ídem). Ciertamente la industria farmacéutica inglesa es una de las pocas
“joyas” que aún goza Gran Bretaña (esas “compañías anunciaron resultados
prometedores de los ensayos de vacunas contra el coronavirus”, ídem). La otra
‘joya’ que le queda a Inglaterra es su industria de armamentos, que ha recibido
el ‘regalo’ de la mayor inversión pública en la materia desde la Segunda Guerra
Mundial. El ‘rearme’ británico ha sido votado por todo el arco político y ha
recibido el beneplácito de la OTAN.
Uno de los motivos centrales del Brexit es el fenomenal retroceso
relativo de Gran Bretaña frente a sus pares de Europa. A Gran Bretaña se le
debiera decir la ‘argentina’ del viejo continente —sin olvidar nunca que
Argentina fue siempre una nación semi-colonial, mientras Inglaterra una
opresora. Es que su retroceso no tiene nada que envidiarle al de Argentina en
el concierto latinoamericano en los últimos 70/80 años. El PBI británico cayó,
en proporción, tanto como el PBI argentino respecto al resto de nuestros pares
del subcontinente (Alemania y Francia en Europa son a Gran Bretaña, lo que
Brasil y México en América Latina son a Argentina —el PBI cae, relativamente,
una enormidad).
Los desarrollos comparados de Alemania e
Inglaterra en el último siglo son notables. Inglaterra sufrió la Primera Guerra
Mundial mucho más que la Segunda (tuvo más de dos veces de víctimas); Alemania
a la inversa. Los bombardeos de la Wehrmacht sobre Inglaterra en la SGM fueron
un ´rasguño´ en comparación a la destrucción que sufrió Alemania. La
recuperación alemana desde la SGM fue aluvional frente a la relativamente
raquítica de Gran Bretaña.
La otrora portentosa nación victoriana
preserva, sin embargo, una peculiaridad. La City
londinense nunca perdió su lugar de gran plaza financiera-bursátil europea. Así
otro de los motivos del boom del FTSE es “la derrota de Joe Biden sobre Donald
Trump en las elecciones estadounidenses (lo que) también ha impulsado el rally
récord, en medio de las esperanzas de una inyección adicional de apoyo
financiero para la economía más grande del mundo por parte de una Casa Blanca
demócrata” (ídem). Es esto, especialmente, lo que explica que “los mercados
bursátiles de toda Europa se han recuperado, mientras que Wall Street ha
alcanzado máximos históricos, con el promedio industrial Dow Jones de EE. UU.
superando los 30.000 puntos por primera vez a principios de noviembre. El
precio del petróleo también ha subido casi 10 dólares el barril en el último
mes, ya que los inversores apuestan a que una recuperación económica más rápida
impulsará la demanda de energía” (ídem).
Gran Bretaña, obviamente, está años luz de
poder recuperar el esplendor de los tiempos de Benjamín Disraeli (menos que
menos con los trabajadores). Aún con este repunte el FTSE 100 “se mantiene más
de 1,000 puntos por debajo del comienzo del año en un reflejo del severo daño a
la economía de Covid-19” (ídem).
Los altibajos de la economía de Gran
Bretaña ilustran el anacronismo del mundo capitalista contemporáneo. La
economía del capital es una soga al cuello de los trabajadores en cualquier
circunstancia. Por supuesto más que nunca en las (mal) llamadas “coyunturas” de
crisis. El capital de modo general nunca goza de ´equilibrios´ (aunque toda la
literatura burguesa en la materia se jacte de perseguirlo). En las épocas de
crisis por excelencia fracciones enteras del capital sufren sacudones y se
hunden; sin embargo, otros se relamen en las penurias y sacan su tajada gorda.
Así funciona el mundo capitalista.
Hay socialistas que deshojan aún la
margarita para descubrir si se trata de una crisis más o menos ´orgánica´ (como
si se tratara de hacer una clasificación de los ´desperdicios´ que dejan las
crisis). ¿No es hora de dejar a un lado el charlatanerismo y perseguir la
acción revolucionaria?
(2
dic 2020)
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