lunes, 28 de diciembre de 2020

El 27-N cubano y el último de los dinosaurios stalinistas —Néstor Kohan

 [por Norberto Malaj]


 [Frente al Ministerio de cultura, una manifestación de más de 300 artistas e intelectuales. Nov 2020.]

 

    El 27 de noviembre pasado tuvo lugar en La Habana, Cuba, una jornada singular. Por un lado, el gobierno cubano reprimió, desalojó el lugar donde tenía lugar y dio fin a una huelga de hambre de miembros del movimiento cultural San Isidro, que el castrismo identifica como una organización financiada por los yanquis. Mucho más importante, el mismo día se dio cita frente al Ministerio de cultura nacional, en la misma ciudad capital de la isla, una manifestación de más de 300 artistas, escritores e intelectuales. La zona fue rodeada y cercada por la policía del régimen y se temió una feroz represión.

    En cierta medida, esta última movilización fue dictada por la anterior. Se hizo en solidaridad con ella pero la trascendió por lejos: la movilización reclamó una entrevista con el ministro del área para exigir un conjunto de reivindicaciones democráticas. El ministro impuso su tesitura frente al ala dura del gobierno de Díaz Canel partidario de la “mano dura”. El ministro recibió a una amplia delegación de más de 20 representantes del sector y a último momento desactivó el operativo ‘disuasorio’.

    Si bien, según diversas versiones, el ministro no cumplió posteriormente con ninguna de las promesas, impidió con su gesto una represión que se anunciaba a varias cuadras alrededor (el régimen cortó la luz en el área y la rodeó con varios millares de efectivos). La movilización frente al Ministerio contó con el apoyo de la ‘crème’ del mundo artístico y cultural habanero, incluyendo al cantautor Silvio Rodríguez, a cineastas como Fernando Pérez y Ernesto Daranas y a actores como Jorge Pergorria, todos ellos partidarios críticos del castrismo e incluso de Julio César Guache, un jurista e historiador muy respetado de Cuba. El argumento de que se trató de una movilización de “mercenarios” bancados por la embajada norteamericana no se sostiene de ninguna manera. Ni siquiera respecto a la huelga de hambre del Movimiento San Isidro. ¿No es evidente que la creciente militarización del país responde no al temor de la acción “mercenaria” sino al terror pánico de la burocracia al descontento popular, a la emergencia de una situación asfixiante en el país?

    La movilización se producía sólo días previos a los anuncios de la “unificación cambiaria” que tiene a Cuba al borde de acontecimientos de enorme importancia histórica.

    No casualmente el movimiento del 27-N dividió aguas en Cuba y sus repercusiones no han hecho más que expandirse desde entonces. El régimen ha acentuado la represión no sólo en los medios artísticos y culturales sino sobre todo, sobre cualquier expresión de oposición a las medidas antipopulares adoptadas que tiene todas las características de un violento paquetazo contra los salarios y las jubilaciones.

    En Cuba, donde la inmensa mayoría de las expresiones que se reclaman de izquierda y progresistas son tributarias hace tiempo de los planes de “privatización” y de “unificación monetaria”, lo ocurrido el 27-N ha dividido aguas. Una de las principales voces en este ámbito, La Tiza, se ha expresado solidariamente con el movimiento del 27-N y denunciaron los intentos represivos. La indiferencia o una actitud menos comprometida caracterizó a otros dos calificados medios digitales, La Joven Cuba y La Trinchera, que se reclaman independientes y críticos del castrismo pero que parecieran haber cerrado filas con el régimen.

    En medio de esta polémica ha destacado la toma de posición de Néstor Kohan, el intelectual argentino que probablemente encontró estos días en los medios oficialistas cubanos una difusión como nunca antes conoció. Néstor Kohan, el hombre que se declara discípulo (sic) de un stalinista argentino de pura y vieja cepa, Ernesto Giudici, que dice no ser obsecuente aunque reconoce haber seguido a Chávez, a Evo, a las Madres y a tuttiquanti —todos los cuales “lo defraudaron” (sic)— ahora ha salido a cerrar filas con el régimen burocrático. “Me duele muy adentro —dice Néstor Kohan— ver gente valiosa, lúcida, inteligente, erudita y comprometida, de extensa y sincera trayectoria revolucionaria, enredada y mezclada con desertores confesos, integrando una misma lista tan heterogénea donde los admiradores de Julio Antonio Mella y Antonio Guiteras terminan ensuciados figurando junto a personajes despreciables que hace largos años ya no tienen nada que ver no sólo con la revolución cubana en ninguna de sus muchas vertientes y diferentes corrientes político-culturales sino tampoco con las otras luchas emancipatorias de Nuestra América”.

    No Néstor. La revolución cubana ha sido bastardeada. No somos solidarios con el Movimiento San Isidro pero el punto de vista elemental para la reconstrucción de una conciencia socialista y revolucionaria en Cuba y toda América Latina pasa por defender: a) el derecho a la libre expresión y de crítica (obviamente también al régimen castrista; en especial el ejercicio de ese derecho de las organizaciones obreras y socialistas); b) colocarse en defensa del gobierno cubano en nombre de la cantinela que es la expresión de la “revolución cubana” no sólo es un subterfugio: la revolución cubana hace rato que ha sido traficada en su contrario. El régimen castrista no es encarnación de socialismo sino de una política restauracionista ajena al marxismo y al socialismo.

    Néstor Kohan tituló su reflexión de su “madrugada de insomnio” del 18/12 “Lucidez y Socialismo”. Sin embargo, para abrigar “esperanzas” —como reclama Néstor— se requiere despertar del insomnio conservador de este stalinismo (¿trasnochado?) y no comerse más sapos. Basta de dejarse engañar… y de servir a la impostura.

 

(28 dic 2020)


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