[por Norberto Malaj]
Por primera vez en mucho tiempo, cinco mujeres jóvenes provenientes de las clases bajas norteamericanas conformarán, a partir del 15 de enero próximo, un “escuadrón” de diputadas electas a la Cámara de Representantes, que se identifican virtualmente como un bloque de ‘izquierda’. Un hecho sin precedentes. Se trata a su manera de un reflejo, limitado pero manifiesto, del ascenso de la rebelión democrática, anti-racial y obrera –aun con límites– de los explotados de EE.UU., que va más allá del estallido desatado a fines de mayo pasado, tras el asesinato de George Floyd. La conjunción de un período sin precedentes de polarización social y cifras catastróficas de infectados (un promedio de más de 150.000 diarios en los últimos 10 días y cifras que hacen prever 400 mil muertos para la fecha de asunción del nuevo gobierno) no puede ser considerado al margen de lo anterior.
La Cámara de representantes (diputados) de
EE.UU. es una de las más clasistas (elitistas) del planeta: “en 2018, el
patrimonio neto medio de un congresista era de 511.000 dólares, ocho veces el de un hogar estadounidense
promedio” (The Guardian, 10/11), lo
cual no distingue entre republicanos y demócratas. Frente a esto destaca este
pelotón de cinco mujeres salidas en su mayoría de la clase trabajadora, muy
populares en sus distritos, quienes se burlan de sus pares multimillonarios y
se han enfrentado no solo con el machismo dominante en EE.UU., sino
particularmente con las representantes mujeres del propio partido demócrata –el
que ellas integran, sin embargo– como fue el caso con la presidente de la
Cámara, Nancy Pelosi.
La más ‘veterana’ de las cinco es Rashida
Tlaib, ex representante de Michigan que ingresó, en 2009, con 27 años a la
Cámara baja y permaneció hasta 2014. Desde 2019 esta mujer de origen palestino
y musulmana ingresó nuevamente a la Cámara y junto a Alexandria Ocasio-Cortez
(de origen portorriqueño), que ingresó a la Cámara por New York en 2018 y ahora
renovó su banca; a Ilhan Omar, una joven de origen musulmán-somalí y
representante de Minnesota, en el Congreso desde 2016; y Ayanna Pressley, una
mujer negra de Massachusetts que ingresó en 2019, conformaban hasta ahora ese
‘escuadrón’. El batacazo lo dio el Squad ahora con el ingreso de Cori Bush,
“que hizo historia este año cuando derrotó a un titular de 10 mandatos y se convirtió
en la primera mujer negra electa al Congreso en Missouri” (ídem).
“Bush, madre soltera de dos hijos, renunció
a su seguro médico para postularse para un cargo, dejando el trabajo de tiempo
completo como pastora y enfermera ordenada. Ahora se ve obligada a vestirse
para un lugar donde la gente está acostumbrada a medios desmesurados. Bush no
es la primera en tener estas preocupaciones prácticas. RashidaTlaib respondió a
Bush, diciendo que compra en tiendas de segunda mano. Ayanna Pressley respondió
con consejos de maquillaje. Alexandria Ocasio-Cortez se ofreció a ir de compras
con Bush. Ocasio-Cortez, que era mesera antes de ser elegida para el Congreso,
siempre ha hablado abiertamente sobre cómo pedir prestado a amigos, comprar de
segunda mano y una suscripción de alquiler de ropa que le compró su amiga la
ayudó a pasar su primer mandato en la casa” (ídem).
Todas ellas se reivindican integrantes del
ala ‘izquierda’ del partido demócrata, aportaron a la precandidatura
presidencial del senador Bernie Sanders en la interna demócrata, y luego junto
a éste se sumaron al apoyo de la campaña de Biden. Fueron un soporte
fundamental de éste, como lo revela la victoria demócrata en varios de los
distritos que representan, muy castigados por el proceso de
desindustrialización yanqui (que Trump explotó en términos
nacionalistas-derechistas, en 2016 —y de nuevo ahora) y permitió que este año
los demócratas pudieran recuperar (el caso más relevante es el de Michigan,
donde el voto negro de Detroit fue determinante para torcer la cruzada
semifascista de Trump —quien había hecho de ese estado un caso testigo).
Diversos analistas han destacado, contra la
campaña lanzada insidiosamente por el “centro” demócrata, inmediatamente tras
los comicios, de que el ala 'izquierda' del partido era la responsable del
“pobre desempeño” del partido frente a Trump. Refieren así a la campaña de ese 'squad' a favor de Medicare para todos, como de un New Green —esto es al
reclamo de un compromiso con el cambio climático que Trump boicoteó bajo su
gobierno y que Biden no asumió, del mismo modo que tampoco apoyó la defensa del
sistema de salud. El establishment del partido demócrata esgrime que el 'squad' (escuadrón) como se las conoce, habría “asustado” al electorado. Una versión
fantasiosa de la realidad que hace suya la prédica derechista del trumpismo
acerca de que Biden era un agente del “socialismo” y la “izquierda radical”.
En verdad ocurrió todo lo contrario: los
“demócratas moderados” —dicen Martin Pengelly y Victoria Bekiempis en The Guardian
(15/11)— sólo aportaron dos “únicas adiciones del partido hasta ahora” en la
Cámara; en cambio, los estados que le dieron la victoria a Biden, torciendo lo
ocurrido en 2016. Esos mismos estados industriales tradicionalmente demócratas,
´cautivados´ entonces por Trump, le dieron ahora la victoria a Biden. En todos
estos se votaron simultáneamente “medidas progresistas que incluían la
legalización de la marihuana, el aumento del salario mínimo a u$s 15 la hora y
la imposición de impuestos a los estadounidenses ricos para financiar la
educación pública” (The Guardian,
15/11). En todos estos casos el empeño del ‘squad izquierdista’ fue lo que hizo
posible esa victoria, igual que la de Biden en el Colegio electoral. Por una
acción de este carácter es que los demócratas hicieron también una excelente
elección en Georgia, amenazando ahora –por primera vez en mucho tiempo– a los
republicanos con perder los dos senadores por Georgia. Si como está previsto,
en la segunda vuelta electoral, en ese estado los demócratas conquistan esos
dos escaños Biden podría dominar ambas Cámaras.
Georgia fue históricamente un estado
republicano y donde se libraron históricas batallas raciales. “Carolyn Bourdeaux,
quien se convirtió en la primera –y hasta ahora la única– demócrata en cambiar
un escaño competitivo en la Cámara de Representantes (por ese estado), dijo que
su victoria en un distrito suburbano y diverso de (la ciudad de) Atlanta
demostró la importancia de la organización de base” (ídem), lo que nunca quiso
el partido demócrata –denunció la congresista electa afín al ‘squad’ también.
“Biden, un institucionalista cuyas amistades bipartidistas fueron una
característica destacada de su campaña, ha prometido en repetidas ocasiones
gobernar como un ‘presidente para todos los estadounidenses’ ”. No muestra
ninguna intención de imprimirle ese carácter a la próxima campaña de Georgia
(ídem).
El partido, así, ha entrado en
un estado de ebullición: “El senador Doug Jones, un demócrata moderado de
Alabama que perdió la reelección, dijo que su partido necesitaba invertir en la
organización de base si quería competir en estados conservadores”, en una
crítica abierta a su propia experiencia (ídem). El mismo Doug Jones declaró que
“los demócratas pasan ‘demasiado tiempo invirtiendo en candidatos y no en el
electorado’ ”. En Georgia, “Cliff Albright, cofundador del Black Voters Matter Fund
con sede en Atlanta”, se pronunció: "Georgia realmente debería responder a
todas estas preguntas". Albright “se atribuye haber ayudado a los demócratas
a convertir al estado en ‘azul’ (demócrata)”. “Gente negra y morena en Georgia
en este momento, sentimos que podríamos poner a alguien en Marte”, dijo
Albright “sobre la ventaja de Biden en el estado. Pero advirtió que ‘toda esa
energía desaparecerá’ si los demócratas pasan los próximos dos meses apelando a
los republicanos y no a su base” (ídem).
Lauren Gambino, otro periodista de The Guardian, concluye que “en medio de
los carteles y camisetas de ‘Biden-Harris’ que salpicaban a una multitud
diversa reunida frente a la Casa Blanca la semana pasada, había una sensación
escalofriante de que la fuente de su júbilo compartido tenía menos que ver con
el cazador de dragones que con el dragón asesinado” (15/11).
Como se ve, las contradicciones que expresa
la victoria demócrata y sus límites auguran agudísimas convulsiones, en todo sentido, en el próximo período en EE.UU.
(16 nov 2020)
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