[por Alberto a. Arias]
[Esta obra fue publicada en noviembre de 2019 y aún está a la espera de su presentación pública. Damos aquí sus "prólogos".]
[Portada de la coedición en Araucaria editora - Signos del Topo.]
Rosa
Luxemburg, en «¿Reforma social o Revolución?»
1. (Una sucinta
descripción)
Relato dramático, narración poética, «guión
para otros sueños», he aquí el primer libro de Las Soleónicas, ciclo en
marcha que tiene como agonista omnímodo y ubicuo a Soleón, El-Que-Circula,
Papel-Moneda y Supremo-Mercader (en la presente obra: Soleón I, criatura que
reconoce su filiación en el incomparable Ubú de Alfred Jarry).
En las páginas de Gretel, un día un año
se exponen las peripecias exteriores-interiores de una adolescente cuyo hermano
poeta (Gregorio) avanza hacia la locura o la muerte. El amor (Carmelo), lo
lúdico-poético (Lucinda) y –cuando estas fuentes liberadoras desaparecen– el
mundo alternativo donde se resuelve la violencia del medio familiar opresivo,
son la sustancia de esta «aventura», con culminación en la parodia de Juicio a
que Gretel es sometida por Soleón y cofradía.
La carga de sobrerrealidad o, si se quiere,
de reflexión sensual que la protagonista necesita para poder vivir una realidad
completa (comprensión, juego, lucha) la aporta la irrupción, hacia la mitad de
la obra, de personajes tales como el Ratón de la Almohada, el Hoambre y el
Objeto Destino Lleno, entre otros.
Se puede afirmar, entonces, que Gretel,
un día un año exalta ese momento patético de la concurrencia de lo
individual y lo colectivo en un solo ser y su circunstancia, «momento» que dura
toda una vida.
(c. 1990)
2. (“Una realidad
distinta”)
Una noche le dije en broma a Cecilia
Heredia: ‘‘Voy a escribir una obra por encargo. ¿Qué querés que escriba?’’.
Pasada la primera
sorpresa, su respuesta fue: ‘‘Un cuento. Algo así como la obra ‘Caín’ de
Lord Byron. Un cuento fantástico. Que hable de personajes reales pero de una
realidad diferente. Un cuento que hable de una realidad distinta’’.
Estaba naciendo el día 16 de noviembre de
1984. Gretel empezaba a escribirse.
He ahí el origen de Gretel, un día un
año.
(c. 2000)
3. (Contra el Gran
Crimen)
Escribí Gretel... entre 1985 y 1987,
y en los años posteriores se benefició con leves correcciones elementales. Su
larga cuarentena no le ha quitado actualidad. Al contrario: en mi opinión,
miradas actuales podrían ir más lejos dentro de esta obra y, por qué no,
situarla hoy más justamente en el mundo circundante.
La vida social (en todas partes) no ha
dejado de dar sorpresas. Mucho más que turbulencia, resistencia, heroísmo,
despiste y esperanza es lo que ha pasado por los puentes y rutas de tantas
ciudades atestadas de ‘‘cultura y civilización’’. Pero tampoco se ha detenido
el crecimiento de la miseria, el hambre, la desocupación, la hipocresía y la
compraventa a gran escala de seres y cosas, destinos y devenires. El
capitalismo, cadáver insepulto, sigue su derrotero zombi y maloliente,
descomponiéndolo todo.
El lector podrá notar que este primer libro
de Las Soleónicas pretende apuntar al corazón de este Gran Crimen que
persiste, insiste, persiste.
Que todo esto sirva, tras la lectura e
imaginación de la obra presente, como puente regio hacia los libros siguientes,
en donde soleones y hoambres habrán de malvivir, disputar, sangrar y
revolucionarse en el torbellino de sus increíbles peripecias más que reales.
(2003)
4. (Cómo contar lo
incontable)
Gretel, un día un año es, al menos
como expresión de deseo, la primera parte (o Libro 1) de una saga llamada Las
soleónicas: conjunto que tiene como agonista principal a Soleón
(El-Que-Circula, Papel-Moneda y Supremo-Mercader).
Si tal saga habrá de concretarse –es decir,
si habrá de resultar efectivamente en los varios libros de que deseo dotarla–
no es cosa que se puede asegurar.
Escrita
entre 1985 y 1987, en medio de uno de los «dramas dollarizados» cuyo desenlace
mucho tiempo después sigue siendo desconocido, Gretel, un día un año
pretende hablarles de algunas cuestiones de
importancia a quienes tengan deseo y posibilidad de escuchar.
En tanto que «obra de arte», es seguro que Gretel...
contiene más problemas y cuestiones que los que en su apariencia aparecen.
Se puede
afirmar que he intentado la corporización poética (ni Bella, ni Buena ni
Verdadera) de –quizá– lo más difícil de corporizar poéticamente: el
representante vital, social, existente por excelencia; el ubicuo,
metamorfoseante y proteico circulante; la omnímoda forma-modo
«circulante» del Kapital.
En 1985 asistíamos al franco progreso
planetario del intento de «privatización» general –que implica el intento de
hacer pesar de nuevo el peso de los Estados Unidos de Norteamérica con todo su
peso, así como el de recuperación de las burguesías mundiales tan protegidas y
efectivamente representadas por dichos Estados Unidos y sus agentes y socios
internacionales.
El dólar es un peso
pesado que ni quiere ni puede dejar su corona. Es un ‘ser’ doloroso, dolorante.
La proximidad de dólar con dolor no es sólo de orden fonémico.
Décadas después aún asistimos a la agudísima crisis del dólar y sus dolores,
que significa la crisis del mayor imperio conocido: el de la propiedad privada
imperante a nivel mundial.
Soleón I toma, en Gretel..., la
investidura del dólar estadounidense (entre todos los papel-moneda, el que más
cuenta siendo incontable). Cada día nos cuenta empíricamente sus entuertos. Su
padecimiento es el de todos, y viceversa. Todos incluye a sus partes:
cosas como seres (natura y artificio) y seres como cosas (de tantos y tantos
descapitalizados que en el mundo somos; o bien podríamos decir: de-capitados).
Y así como discurren en el planeta sus
crisis y desesperaciones y angustias y horrores, este ocurrir-discurrir
resulta, para quienes no somos capitales, incontable.
¿Cómo contar,
entonces, lo incontable? He ahí la paradoja principal que me propuse desafiar de
un modo práctico en la obra que aquí puede leerse (y que ha de continuar
dándome sus dolores decapitantes en el decurso de la deseable saga).
Corporización –me parece– ejecutada por la
tangente. «Corporizar-lo», es decir padecerlo a nivel de los signos poéticos;
signos «poéticos» sobre signos «empíricos». Entonces, sí, aparecen las
palabras.
Que quede claro: no se puede padecer «a
nivel de los signos» sin haberlo padecido a nivel físico, individual, personal,
total, es decir, en la propia vida. Y esto no es otra cosa que la vivencia
propia socializada, la vivencia de quien, no siendo «Alguien», es un
«cualquiera».
Claro está que la así llamada «literatura»
–zona donde un objeto poético puede incluirse mezclándose a la marcha
«cultural» de una sociedad determinada– permite, hasta un cierto punto, re-crear
el cuerpo físico y la propia vida y convertirse uno y su discurso en libro y
relato público, es decir, en objeto que cuenta aunque más no fuere una
sobredeterminada corporización.
Pero, ¿y qué hay, aquí y ahora, de la
Revolución proletaria, socialista e igualitaria, lo más necesario contra el
imperio de la bruta necesidad? Con nombrarla no basta. Hay que hacer...la. Las
soleónicas la significan para, en concreto, merecerla. Y esto sería, parafraseando
a William Blake, un «Suficiente – tal vez demasiado!» logro humano.
(2003-4)
5. (Situación y
movimiento de “lo real”)
Las descripciones anteriores deberían
bastar, en estos panoramas, a los fines de dar la bienvenida a los lectores.
Pero sabemos que, como en los meandros del inexistente laberinto Desiré, nada
basta: aquí todo es vasto e inalcanzado y móvil hasta el vértigo. Por eso,
¿cómo hablar de los incontables paralelismos entre esta obra y la situación
real del mundo que (mal nos pesa) rodea hasta el agobio nuestras meras vidas?
Pero... claro está: ¿qué es “lo real”?
Así presentados, sólo resta desear la
participación plena de los lectores en estos ámbitos que buscan reunir la poesía,
la perspectiva histórica y el sentido crítico —y que sólo
lográndolo se conformarían.
(2004)
Puede verse también:
Un destino incierto - Hora 20 de «Gretel un día un año»
No hay comentarios:
Publicar un comentario